"No estamos cometiendo suicidio, estamos haciendo un acto revolucionario"
En 1952, un hombre llamado Jim Jones, se convirtió en pastor estudiantil en la Iglesia Metodista Southside de Sommerset, pero luego afirmó que abandonó la iglesia porque sus líderes le prohibieron integrar a los negros en su congregación. Estando en contra del racismo y a favor del comunismo, convertirían a este hombre y a su secta en un referente.
James Warren Jones, fue un predicador de derechos civiles, sanador de fe, pero también el líder de la secta que marcó la historia: "El templo del pueblo".
Jones era un lector voraz que estudió a Stalin, Mao, Gandhi y Hitler, observando cuidadosamente las fortalezas y debilidades de cada uno. También desarrolló un intenso interés en la religión. Se debió principalmente a que le resultaba difícil hacer amigos. Los conocidos de la infancia lo recordaron como un "niño realmente extraño" que estaba obsesionado con la religión y la muerte. En 1951, Jones, de veinte años, comenzó a asistir a reuniones del Partido Comunista de Estados Unidos en Indianápolis, pero veía que en su país esa ideología traía persecuciones y acoso por parte del gobierno. Evidentemente en periodo de la guerra fría y el abierto rechazo del expresidente McCarthy, debía encontrar una forma de apoyar sus posturas políticas y la encontró en la iglesia. Después de abandonar la congregación metodista, se dio cuenta por la iglesia bautista del séptimo día, que la comunidad religiosa podía ser más lucrativa que simples limosnas. Su objetivo ahora sería crear su propia iglesia convocando a un gran evento en el que invitó a un pastor muy conocido en 1956. Todo fue un éxito y al final creó el Evangelio Completo de la Iglesia Cristiana del Templo del Pueblo. Se empezó a ser popular entre la gente porque estaba abiertamente en contra del racismo y ayudaba a gente desfavorecida. Incluso adoptó niños afroamericanos presumiendo de tener "una familia arcoíris". En 1962, se mudó a Brasil por la paranoia de que pronto habría un holocausto nuclear. Y en ese viaje de camino, fue en donde encontró Guyana, que era todavía una colonia británica. Comenzó desde cero trabajando en Rio de Janeiro con el arrepentimiento de dejar atrás lo que había logrado. Incluso sus allegados le dijeron que sus seguidores empezaban a irse, corriendo el riesgo de que colapsaría la iglesia. Regresó finalmente y retomó con fuerza sus ideales.
Los siguientes años fueron fructíferos para Jim en los que no solo mudaban su sede a otras ciudades, sino que abría más sucursales de su iglesia. Primero se mudó a California y después a San Francisco, lugar en donde había bastantes movimientos radicales. Entre altibajos, un periodista llamado Marshall Kilduff escribió una crítica sobre el templo de Jim, que culminó en mudar la sede hasta Guyana. La radical decisión de Jim de mudarse hasta otro país, fracturó alianzas y a muchos seguidores, pero aun así continuaba con fuerza. Uno de los seguidores desertores fue hasta Washington para exponer a Jim y a su templo, lo que atrajó la atención del congresista Leo Ryan. Todos los rumores eran los mismos y entonces comenzó la investigación por supuestos abusos a los derechos humanos. No solo no era el paraíso que había pintado a sus seguidores, sino que los ponía a trabajar largas horas en cosechar la comida. Los alimentos eran escasos, las restricciones eran casi como en una prisión y los castigos eran severos. También habían las llamadas "noches blancas" en las que probaban la fe de sus seguidores al darles un supuesto veneno. Debían consumirlo forzosamente o eran obligados hacerlos. El congresista en persona decidió ir en noviembre de 1978.
Se entrevistó con Jim y notó que había muchas cosas raras. Cuando se disponía a irse, unos seguidores de la iglesia le pidieron ir con él para regresar a su país. Esto molestó a Jim y a los otros líderes. Cuando se disponía a abordar el avión de regreso, una camioneta llegó al lugar y comenzó a disparar contra todos. Mujeres, niños, los reporteros y el congresista fueron víctimas del tiroteo. Se aseguraron que el congresista estuviera muerto y le dispararon en la cara. Algunos se salvaron al fingir que estaban muertos, pero el momento ya estaba en un punto crítico. En ese momento, se acordó el suicidio masivo y gracias a las "noches blancas", facilitó más las cosas porque con esto los fue preparando. Convocó a una junta para acordarlo con todos, en la que entre su discurso con intermedios de ovaciones y aplausos de sus seguidores, se oían los llantos de niños que estaban presentes. Lo anterior es detallado, porque todo fue grabando en cintas.
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Criminología (Apuntes y tareas)
RandomBreves análisis y opinión a temas de interés criminológico.