Nueve.

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Se despertó extrañada por tanto silencio. Sentía el cuerpo entumecido y con cuidado abrió lentamente los ojos.

Con lo primero que se encontró fue con la cara de Paul a centímetros de su rostro y entendió que había estado durmiendo abrazada a él y con la cabeza apoyada en su pecho, mientras que el moreno tenía la cabeza sobre él apoya brazo y la tenía sujetada con ambos brazos. Dormía tranquilamente pero el agarre en su cintura estaba firme, como si ni dormido quisiera separarse de ella.

Ahí los pensamientos le cayeron como un baldazo de agua helada. Con desespero giró la cabeza para observar el resto de la sala. Frente a ella en el sofá individual había una frazada como la que ella llevaba de manera desordenada sobre el sillón. Unos pasos detrás de ella la hicieron girar tan rápido el cuello que casi podría habérselo roto.

Emily acaba de salir de la cocina limpiándose las manos con un trapo color rosa con machas rojas. Le sonrió levemente.

— ¿Cómo te sientes Gen? ¿Te duelen mucho? —Génesis entendió luego de unos segundos que se refería a sus lastimaduras. Negó levemente con la cabeza —. Bien entonces... Sam y tu hermano estuvieron aquí a la madrugada. Tu padre está perfecto, cuándo no estaba en tu casa es porque había ido a conseguir comida por algún lado. Por suerte estaba lejos de todo.

El alivio la embargó por completo.

— Los chicos tienen que venir en un rato, descansa un poco más hasta entonces si quieres —le dijo Emily con una pequeña sonrisa —. Después iremos al médico para chequear que realmente esté todo en orden. Cualquier cosa estoy en la cocina —le sonrió una última vez y se dio media vuelta para volver a entrar al cuarto de cocina.

Se volvió a colocar entre los brazos de Paul con cuidado de no moverse demasiado, también porque si se movía el cuerpo le dolía como mil demonios. Apoyó su cabeza sobre el musculoso pecho del moreno y se permitió dejarse llevar por los brazos de Morseo, aunque fuese por un rato más.

Cuándo volvió a despertarse sentía voces a la lejanía. Al instante las reconoció. Esta vez estaba sola en el sofá, enredada entre la frazada. Con cuidado se sentó ahí, quedándose unos segundos mirando a la lejanía. Cuándo los recuerdos de la noche anterior la empezaron a abrumar se levantó antes de que la ahogaran de vuelta.

Caminó descalza hasta la cocina, encontrándose a toda la manada ahí y a Emily sentada sobre las piernas de Sam. Todos pararon de hablar inmediatamente cuándo la sintieron llegar; Génesis se sintió pequeña ante la mirada de todos.

— Ya sé que soy fea pero tampoco para que me miren tanto —murmuró.

Quería borrar de su mente toda la noche anterior. Embry fue el primero en hablar.

— Estás viva después de todo —dijo con diversión aunque la sonrisa se le borró de golpe al entender que la había cagado.

— No eres muy listo Embry eh.

El muchacho volvió a respirar cuándo Génesis le siguió la broma. Embry bajó los ojos inmediatamente al suelo luego de que Génesis le giñara un ojo y sintiera la sangre subiéndole de golpe a las mejillas.

Génesis vio a su hermano con una pequeña sonrisa e inmediatamente caminó hacia él para sentarse en la silla a su lado. Con un suspiro apoyo la cabeza en el pecho de su hermano mientras que Jared le pasaba un brazo por los hombros.

— ¿Pudieron... solucionar algo? —preguntó mirando fijamente a Sam.

No quería nombrarlo, no quería; sentía que nombrar aquella palabra iba a hacer que se largara a llorar como una nena de cinco años de nuevo. Y por ahora no quería, no enfrente de todos.

— Por ahora no —escupió Sam entre dientes —, el maldito desapareció. Se esfumó —el escalofrío que la asaltó no fue ignorado por Jared, que apretó el agarre hacia él—. Pero lo vamos a encontrar, mientras tanto te vamos a proteger. A ti y a tu padre mientras... — Sam pareció recordar algo— Te defendiste —murmuró.

La sala se sumió en silencio.

— Te defendiste, yo lo vi. Algo salía de tus manos... —siguió Sam ante la falta de respuesta de la chica. El tono del alfa se fue elevando a medida que hablaba.

— Yo no... no sé...

— No —la interrumpió Sam, lo suficientemente borde como para pararle los pelos de punta —. Yo lo vi.

— Sam, para —exclamó Paul. — ¿De qué hablas?

— Silencio —ordenó con su voz de alfa —. Génesis, ¿no crees que tienes algo para explicarnos?

Génesis suspiró con la mirada fija en sus manos temblorosas. Se sentía desnuda frente a la mirada de todos, sentía que le calaban hasta los huesos.

— Yo... es difícil de explicar —susurró.

Cuándo levanto la mirada efectivamente todos la estaban observando estupefactos.

— Yo quería decirles, lo juro, es sólo que... tengo miedo —finalizó susurrando.

Inspirando cerró los ojos y comenzó a levantar las manos, a medida que todos los muebles en la sala comenzaban a levitar. Cuándo levantó sus pestañas, unos ojos oscuros como la noche observaron a los presentes allí.

Mientras mantenía los objetos en el aire un pequeño hilo de sangre comenzó a bajarle por la nariz hasta llegar a su barbilla, donde se fue perdiendo por su cuello.

Evitó observar a nadie más que al alfa. Tenía miedo. Miedo de su poder, miedo de descontrolarse y matar a todos allí, miedo de lo que seguramente estaban pensando de ella.

— Me está abordando desde adentro—confesó con un sollozo. Eso la hizo perder todo tipo de concentración y los muebles cayeron en un golpe sordo al piso, exaltando a todos. Sus ojos retomaron su tono azul. — Me consume un poco más cada día. Me mata un poco más cada día.




¡Hola! He vuelto después de tanto, pido mil disculpas pero estuve con problemas personales importantes. Espero sus comentarios y que les siga gustando el curso de la historia. Besos enormes ♥

Sempiterno.   → paul lahote (en edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora