Catorce.

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 A la mañana siguiente despertó con el sonido de llamadas de su teléfono. A tropezones caminó hasta su escritorio, en donde había dejado su celular cargando. Cuándo quiso atender Jared ya había acortado.

Tenía 2 llamadas perdidas las cuales evidentemente no había escuchado. Su teléfono volvió a sonar con la llegada de un mensaje de texto.

Harry Clearwater tuvo un infarto. Casa de Sam y Emily. Ahora.

Importándole poco que se encontraba en su pijama, que consistía en unos leggins negros y una remera enorme de su hermano, se colocó las zapatillas a los saltos, tomó un buzo de su armario y salió con el celular en su mano en dirección a la camioneta. Las llaves estaban en él porta llaves junto a la puerta y el auto de su padre no estaba. Vio su celular: eran casi las nueve de la mañana. Trotó hasta la camioneta y salió arando* en dirección a la cabaña.

La cabaña de Emily y Sam era un lío: la puerta se encontraba abierta y se escuchaban sollozos incluso desde afuera. Bajó de la camioneta dando un portazo sintiendo sus manos temblar y camino rápidamente hacia dentro.

Emily era consolada por Sam, quien la abrazada fuertemente contra su pecho y le acariciaba el cabello.

— Jared me avisó —aviso a la mirada interrogante de Sam—¿Cómo se encuentra?

— No lo sabemos, lo están trasladando en ambulancia hacia el hospital. Fue Victoria, la chupa sangre pelirroja.

Génesis sintió como si le hubieran dado un golpe en la boca del estómago, el dolor comenzaba a expandirse y se le dificultaba el paso del aire. Sam apretó aún más su agarre con su prometida mientras los sollozos iban en aumento.

— Sue nos llamara cuando lleguen.

Un golpe se escuchó. Jacob apareció por la puerta respirando entre cortadamente.

— Necesito ayuda —masculló—. Es Bella.

Génesis compartió una mirada con Sam y se lamentó en su interior de lo que estaba por hacer. El alfa debía consolar a Emily, quién ignoraba completamente a Jacob mientras seguía ahogada en sollozos. Génesis no podía ser tan egoísta de hacer que Sam la dejara.

Todavía sintiendo sus piernas temblar, se encaminó hacia Jacob dispuesto a seguirlo. Con lo que no contaba es que Jacob la tomara de la mano y la obligara a correr a su lado.

Todo parecía estar pasando como si esa no fuera ella misma, sino como si estuviera siendo la observadora de todo. Desde el momento en que se había despertado todo parecía como un sueño, como si fuera la vida de alguien más, como si ella estuviera en la mente de otra persona quién tomaba las decisiones. Nada se sentía propio.

Para Jacob correr entre el medio de la desesperación y el apuro de llegar a donde sólo él sabía era fácil y por más que Génesis tuviera un estado físico excelente, no se comparaba con el del hombro lobo. Las piernas ya le estaban hormigueando, los pulmones le dolían y tenía miedo de que Jacob la soltara, ya que su cuerpo parecía ir más rápido de lo que sus piernas podían moverse y ya se veía rodando por el medio del bosque por donde estaban moviéndose.

La casa de Sam y Emily quedaba relativamente cerca de la playa, que es a donde Jacob la estaba dirigiendo. Lo entendió cuándo, más allá de los árboles frondosos, a la lejanía se podía observar el mar celeste oscuro con la arena gris oscura. El mar se hacía cada vez más grande a medida que se iban acercando y Génesis realmente esperaba que ese fuera el fin del viaje porque su cuerpo pedía a gritos que parara.

— ¡JAKE! —grito desesperada cuándo no pudo más. Milagrosamente, ya se encontraban en el comienzo de la playa y obligó al hombre lobo a que la soltara.

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2021 ⏰

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Sempiterno.   → paul lahote (en edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora