Capítulo 13

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Shawn dormía a mi lado, debían de ser al menos las nueve de la mañana, no había podido dormir en toda la noche, no había dejado de pensar en la propuesta del rubio

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Shawn dormía a mi lado, debían de ser al menos las nueve de la mañana, no había podido dormir en toda la noche, no había dejado de pensar en la propuesta del rubio. Debía de estar loca por estar pensando en alguien más que no sea la persona que estaba dormida a mi lado, lo miré fijamente, detallando su rostro, y cada detalle de él que me encantaban. Tenía los rasgos relajados, su cabello despeinado, respiraba tranquilamente y de sus labios carnosos, que tanto amaba besar, salía un hilo delgado de saliva. Aun así, me parecía de los hombres más perfectos que había conocido nunca.

Aunque a veces puede mirar a dos personas a la vez.

Aun con todas sus imperfecciones, es más perfecto.

Últimamente habíamos tenido muchas peleas, aunque nunca hablaba de ellas porque siempre le encontraba la vuelta a todo, pero no sabía, estaba dudando de lo que sentía por él, y me sentía la peor persona del mundo por dudar.

Me levanté de la cama con mucho cuidado tratando de no despertarlo, me vestí silenciosamente, y salí del cuarto con el teléfono en la mano. Busqué el número de Blake, y salí a la terraza del departamento en silencio, mirando la vista de la ciudad de Toronto. El ruido de las calles me tranquilizaba, junto con la suave brisa primaveral, respiré hondo, una y otra vez. Luego, tomé el teléfono y marqué el número.

—¿Hola?

—Blake, hola.

—Nunca olvidaría tu voz—Dijo el rubio en tono... seductor. Mordí mi labio inferior nerviosa—Espero que hayas pensado en mi propuesta.

—Sobre eso, iré contigo.

—Chica inteligente—Se quedó callado por unos segundos, luego habló nuevamente—Estoy en la esquina del departamento de Shawn, sal ahora y nos iremos ahora.

Me puse muy nerviosa.

—De acuerdo—Colgué.

Estaba odiándome, sin hacer mucho ruido, tomé una mochila pequeña negra que era mía, puse lo básico dentro, y salí silenciosamente del departamento, bajé del edificio, y me quedé quieta en la entrada. Miré hacía la esquina, donde se veía una casa de dos pisos, blanca, con una camioneta blanca en la acera, veía como le subían cosas dentro, más bien, como Blake subía cosas a la camioneta. El nombrado subió algo grande, luego, se detuvo y miró en mi dirección, al verme, sonrió y alzó la mano alto en forma de saludo. Me quedé quieta en mi lugar, sin ninguna expresión en mi rostro, solo me di media vuelta y salí caminando a paso rápido en la dirección contraria.

Al hacer una cuadra, miré levemente para atrás viendo como Blake se subía a la camioneta y la ponía en marcha. Me quité una campera amarilla que tenía puesta y la guardé con rapidez en la mochila, tratando de pasar desapercibida, caminé más lento, y tranquila. La camioneta pasó a mi lado a toda velocidad. La seguí con la mirada, se detuvo en la esquina, y comenzó a hacer reversa. Me alarmé de inmediato, tenía miedo, salí corriendo en la dirección contraria, la camioneta estaba siguiéndome, corrí más rápido llegando al centro de Toronto, donde había mucha gente, aproveche eso y me mezcle entre la misma, entré a un café y me senté lejos de la ventana con la respiración acelerada.

No sabía en que estaba pensando.

Mi teléfono comenzó a sonar insistente, en la pantalla aparecía el nombre de Blake, lo dejé sonar. 

 Casi la cago enormemente, casi. 

—¡No te daré mi maldito número de teléfono, deja de insistir!

Ese grito me sacó de mis pensamientos, busque de donde provino, me encontré con una chica en la caja registradora, ella se veía muy enojada, mientras le gritaba al chico que estaba detrás de la caja. Le dió dinero, que lo dejó sobre la encimera y se alejó muy enojada a sentarse a un lado de la ventana con un café y un plato con galletas en las manos. No sabía el porque, pero tomé mi mochila y me senté al lado de la castaña. 

—Hey, hola—Saludé nerviosa, ella me miró a penas.

—¿Qué quieres?

—Lo siento si molesto, pero vi la conversación que tuviste ahí hace unos momentos...

—No estábamos hablando—Me interrumpió seria. 

—Lo sé, yo pasé por lo mismo, y se que no es bonito que te acosen. 

Su mirada se hizo más suave, ya no estaba tan a la defensiva. Eso era agradable, porque en ese momento, la veía a ella como una futura amiga, no sabia que era lo que tenía, pero lo tenía. Eso me atraía a ella.

—¿De dónde eres? Tu acento te delata.

—Me lo dicen siempre, soy de Argentina, así que imaginate el nivel de acoso al que estoy acostumbrada. 

—¿Tan feo es?

—Lo es, y más si no naces en la familia correcta. 

Ella me sonrió con compasión. Le devoldí la sonrisa timida. 

—Soy Zoe Smith.

—Melissa, solo Melissa. 

—Muy bien, solo Melissa—Me imitó con burla—¿Como terminaste en Canadá? 

—Bueno, digamos que mi novio me ayudó...

Argentina | S.M|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora