Capítulo 19

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Tic, tic, tic, tic

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Tic, tic, tic, tic...

El molesto ruido me despertó. Abrí mis ojos pero apenas veía, la habitación se encontraba a oscuras, la única luz que había, era la luz de la luna que se filtraba por la ventana, y luego lo vi lo que causaba ese pequeño ruido, fue por un segundo, pero eran pequeñas piedras que tiraban contra la ventana, confundida, me acerqué a la ventana con cuidado, y a través del vidrio pude verlo.

Shawn estaba tirándome piedras. ¿Cómo sabía cuál ventana era la mía?

Él me vio y sonrió, pero parecía una sonrisa incómoda más que nada.

Abrí la ventana con cuidado, y espere a que hablara. Estaba en el segundo piso, así que podía escucharlo si hablaba un poco fuerte.

—Melissa...

—Shawn... Las películas románticas definitivamente no son lo tuyo.

—Terminé con Camila.

Me quedé unos segundos en silencio. Él estaba serio esperando una reacción mía. 

—¿Y que tiene que ver conmigo?

—¿Puedes bajar?

Me lo pensé unos segundos,  cerré la ventana y las cortinas rápidamente. Me quedé en la oscuridad sin saber que hacer. Tenía miedo de hablar con él por todo lo que había pasado, pero, igualmente bajé y me lo encontré frente a frente. Estaba de espaldas al hotel, mirando la luna sobre su cabeza iluminando su rostro y parte de él, se seguía viendo igual de bien que siempre, pero ahora no me podía permitir tener esos pensamientos sobre él. Sabía lo que iba a pasar, mordí mi labio inferior con duda, indecisa, tenía miedo y era terriblemente miedosa. Nunca me había gustado encontrarme en situaciones así, pero no sabía como, siempre me encontraba en estas situaciones. 

—Shawn...

El nombrado se dio la vuelta lentamente, recorriendo con sus ojos cada parte de mi, como si no nos hubiésemos visto en años, ahora, lucia triste.

—Melissa...

Nos quedamos en silencio unos minutos, simplemente, viéndonos.

—¿Qué quieres?—Le pregunté cortante y fría. Él suspiró.

—Terminé con Camila—Repitió lentamente como si no le hubiese escuchado bien la primera vez que me lo dijo, y dió un paso hacía mi.

—¿Y qué quieres de mí Shawn?—Pregunté cansada—¡No es mi puto problema que hayas terminado con tu novia o no!

—Terminé con ella porque te amo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Estaba siendo tan hipócrita.

—¿Y qué esperas que haga?—Pregunté dolida—¿Esperas que vaya contigo, a tu lado, como si nada de esto hubiera pasado nunca y vivamos felices por toda la vida? ¡Eres un maldito hipócrita!

—Nunca quise hacerte daño...

—Pero lo hiciste.

—Quiero arreglar las cosas Mel.

Era la primera vez que me llamaba Mel.
Se veía desesperado, pero ¿Cómo esperaba que las cosas pasaran así como así?

—Tal vez yo no quiera —Murmuré, aunque era más que seguro que me había escuchado—No podemos arreglar lo que está roto.

—¿Todavía me amas?

—No.

Mentira.

—Mírame a los ojos, y dime que no me amas...

Maldición, no iba a poder hacerlo, sin querer empecé a llorar en un ataque de nervios, empecé a temblar levemente, mientras sentía el nudo, el horrible nudo en mi garganta.

—¿Cómo quieres que confíe en ti?—Pregunté con la voz rota, mirándolo, aunque veía borroso por las lágrimas, él también parecía a punto de llorar, eso me rompió el corazón —Te di todo de mi Shawn, te lo di todo. Y aún así me usaste, y me heriste.

Se quedó callado, mirando al piso, o sus pies, no me interesaba, no quería estar aquí. Me di la vuelta, y caminé lentamente hacía la entrada del hotel, de nuevo, como si fuera la primera vez que venía; Asustada, herida, y con el corazón en el puño totalmente roto.
 Nunca había amado a alguien, no como amé a Shawn. Él me rescató y hizo que fuera feliz, nunca antes había sido feliz porque había tenido una vida de mierda, pero el me hacía feliz más que nada. Y ahora todo está tan mal...

Sentí un tirón en el antebrazo, haciendo que me diera la vuelta, me encontré con el pecho de Shawn frente a mi, mi respiración se aceleró, y luego él me besó. Quise no corresponderle, pero no podía, lo había extrañado demasiado, podía sentir el sabor salado de las lágrimas de ambos, era un asco, pero eso era en lo menos que estaba pensando en ese momento.

Me odio tanto por ser tan débil.

Argentina | S.M|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora