Vendido al conde || Yoonmin

X. Baile de compromiso.

Después de haber comprado todo lo necesario para la nueva identidad de Lucca, el paje subió todo al carruaje, luego ambos subieron, sentándose uno al lado del otro, en lo que el cochero comenzaba a dirigir los caballos camino a la mansión. Nuevamente Lucca vio a Christopher cerrar sus ojos, con sus manos apoyadas en el bastón y recargado en la pared del vehículo, lo veía sonriendo, disfrutando de verlo tan tranquilo y pacífico.

- Gastó mucho dinero hoy, señor. –dijo el menor.- no sabría cómo compensarlo.

- ¿quieres saber cómo puedes compensarme todo el dinero que he gastado en ti? –abrió sus ojos para ver al chico a su lado.-

El castaño asintió, viendo dibujarse en el rostro del contrario una sonrisa ladina, traviesa, esa sonrisa que le hacía saber qué era lo que buscaba.

- ¿Cómo podría?

- Ven aquí. –Christopher dejó de lado el bastón y palmeó su regazo.-

El menor, ya un poco inquieto asintió y sonrió levemente, yendo a sentarse donde su mayor le había indicado, colocando sus manos sobre los hombros ajenos.

- El camino es largo de Londres hasta la mansión. –colocó sus manos en la cintura del chico.- ya sabes lo que quiero ¿no es así?

En silencio, nuevamente Lucca asintió con su cabeza, mirando fijamente aquellos ojos azules.

- ¿puedo besarlo, señor? –susurró, sin dejar de mirar sus ojos.-

- Si, puedes.

Sin moverse de la posición en la que se encontraba, Lucca acercó su rostro al del contrario, cerrando sus ojos, para así terminar besándolo, Christopher hizo lo mismo, correspondiendo de la misma manera, llevando sus inquietas y pálidas manos a los muslos del chico sentado sobre su regazo, intensificando poco a poco el beso, llenándolo de lujuriosos deseos. Ayudó a Lucca a posicionarse de manera que sus piernas quedaran separadas, sentado sobre sus piernas, con su pecho pegado al del contrario, sin dejar ni un segundo de besarse; Christopher subió la falda del vestido de su amante, para así poder tocar directamente su piel, haciendo que éste se estremeciera con cada caricia, excitado, ansioso.

- ¿quiere que me quite lo que tengo debajo de la falda? –susurró Lucca, separándose tan solo unos centímetros de los labios del mayor.-

- Sí, pero hazlo rápido, porque quiero estar dentro de ti.

Lucca mordió levemente su labio inferior y se levantó para quitarse la ropa que traía bajo la falda, dejando su parte baja al descubierto, desnuda. Se inclinó apoyándose sobre sus rodillas y sus brazos en el mueble del carro, con su trasero levantado hacia el rubio, quien lo miraba con deseo, tanto, que podría comérselo tan solo con la mirada, se acercó a él y levantó su falda, dejando al descubierto sus redondos y firmes glúteos, esa parte del cuerpo del menor que amaba, los tomó y los apretó, después le dio un par de sonoras nalgadas, por lo cual, el menor soltó suaves gemidos; teniendo la desnuda parte trasera del castaño a su merced, comenzó a desabotonar su pantalón, bajándolo junto con su ropa interior, dejando ver su enorme erección, húmeda por el líquido pre-seminal. Separó los glúteos de Lucca y posicionó en la entrada del mismo, la punta de su miembro, moviendo un poco sus caderas hacia adelante, comenzando a penetrarlo; Lucca, con sus ojos cerrados comenzó a soltar gemidos ahogados, ya que mordía su labio, en un intento de enmudecer los obscenos ruidos que salían de él, sintiendo cómo Christopher comenzaba a embestirlo, haciéndolo sentir un placer inimaginable, aferrándose al terciopelo que cubría el mueble del que estaba apoyado, no pudiendo contener más sus agudos gemidos, con nada embestida que recibía. El rubio lo tomó por los hombros, soltando jadeos roncos, moviendo sus caderas, dando estocadas rápidas y profundas, disfrutando del estrecho interior de su amante. Continuó moviéndose, hasta que, finalmente, ambos eyacularon, intentando recuperar el aliento se separaron, Christopher comenzó a arreglar su ropa, mientras Lucca lo veía, sentado al otro lado del carro, con una sonrisa pintada en su rostro, aún con su respiración agitada, después miró hacia el suelo, el terciopelo se había manchado con aquel liquido espeso y blanquecino que salió de él, avergonzado volvió su mirada al conde.