XXIV. El primer te amo.

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Debido a la llegada de la noche los sirvientes encendieron el fuego en la chimenea de la habitación de Lucca y Christopher, dejando también tres velas encendidas junto al estuche de cirugía abierto sobre la cómoda al lado de la cama donde Lucca estaba tendida, siendo atendido por el médico. Jared y Carlota se encargaban de rasgar lienzo y preparar vendajes; Carlota los cocía y Jared lo enrollaba. Con las hilas, el médico terminaba de limpiar la sangre de las heridas que había cocido recientemente.

- ¿Dónde está Christopher? –murmuró Lucca.- ¿Por qué no ha venido?

- El amo Christopher se encuentra en camino. –dijo Jared.- por favor, ya no se preocupe por ello.

En el momento en que terminaba de colocar el último vendaje en el torso de Lucca la puerta de la habitación se abrió y una figura alta y pálida, de ropa fina, cabellos dorados y ojos azules que parecían agrandarse al ver al chico sobre la cama, apareció en el umbral.

Christopher sintió de los pies a la cabeza el estremecimiento que solo sienten los que temen por la vida de un ser querido, sus brazos cayeron como si hubiese perdido toda fuerza en ellos y dejó caer el bastón al suelo.

- ¡Lucca!

Al escuchar esa voz inconfundible, Lucca esbozó una leve sonrisa y dirigió su mirada hacia la entrada de la habitación, sintiendo cómo el alma le volvía al cuerpo tan solo con ver al hombre que amaba.

- Amor mío. –murmuró.- al fin llegas.

- Intenté llegar lo más pronto posible. –se inclinó a su lado y tomó su mano.- apenas supe lo que había pasado me encaminé de vuelta a ti.

- Es todo lo que quería. –miró sus manos.- estoy feliz.

- ¿Por qué hablas de esa manera? –también miró sus manos, después vio al médico.- caballero, dígame una cosa. ¿la vida de Lucca corre peligro?

Terminando de vendar las heridas, el medico se levantó de su asiento y miró a Christopher de la misma manera en que él lo hacía.

- Fueron tres heridas, dos fueron en el abdomen y una en las costillas. –fue a cerrar el estuche.- por suerte no son profundas, por tanto, no hay peligro, ya que no han perforado ningún órgano. El único peligro que corría era el de desangrarse, pero todo ya está solucionado, cocí las heridas, vendré después a quitar los puntos.

- Muchas gracias. –asintió y se levantó.- venga conmigo, por favor.

Fueron ambos hasta la salir de la alcoba y Christopher soltó un pequeño suspiro con algo de pesadez al saber que su secreto había sido descubierto.

- Le pagaré sus honorarios. –miró a Lucca por un momento.- y por favor dígame cuánto dinero quiere por guardar silencio sobre lo que ha visto usted aquí.

Aquel hombre también miró a Lucca y luego a Christopher nuevamente.

- No se preocupe porque revele la identidad de su señora. Hacer algo como eso sería hipócrita de mi parte, ya que estaría yendo en contra de mi misma especie.

- ¿Qué? –volvió su mirada hacia el médico.- ¿usted es...?

- Soy un hombre lobo, señor Ghiberti. –aclaró su garganta.- podemos hablar sobre mi pago por mis servicios después, el joven Lucca ha estado preguntando por usted todo el tiempo, creo que debería ir con él.

- Bien, confiaré en usted, pero si me decepciona créame cuando le digo que se va a arrepentir. –volvió a suspirar.- espere un momento.

Vendido al conde || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora