VII Reyna

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Reyna estaba cansada del mundo. Desde el regreso al campamento después de la guerra, lo único que había hecho era resolver cabos sueltos por aquí y por allá. "Hay demasiados heridos," decía un centurión. "Necesitamos reparar las armas," decía otro.

Lo único que Reyna había deseado todo ese tiempo era una ducha al estilo romano y unas buenas noticias.

Hacía unas semanas, creía haberlo logrado. La guerra terminada, los campamentos en paz, todo comenzaba a estar en su lugar. Con Frank como compañero en la pretoría, las cosas habían sido más fáciles para ella. Debía admitir que el chico sabía cómo arreglar un par de problemas.

Sin embargo, esa paz solo había durado un par de semanas. Reyna había esperado más tiempo de descanso después de haber salvado el mundo, pero al parecer el universo se dedicaba a hacerles la vida imposible...

Cuando vio al chico nuevo, "hijo de Plutón," había dicho él, Reyna tuvo una mala sensación. Por supuesto, Reyna había tenido el mismo tipo de sensación la primera vez que vio a Nico Di Angelo, y éste ahora era una de las personas que Reyna más admiraba.

Pero aquél chico era diferente. Reyna no solo podía sentir la muerte en él, casi la podía oler.

Todas sus sospechas se confirmaron cuando comenzó a revelarse contra la legión. Destruir media cohorte y huir contaba como revelación, ¿No?

Pues a Reyna le parecía así. Y lo que más la molestaba era que no había podido hacer nada al respecto. Todo ocurrió tan repentinamente que para cuando la noticia llegó a los oídos de Reyna, el chico ya estaba con un pie fuera del campamento.

"Huele demasiado a muerte," había dicho Hazel Levesque. "Incluso para un hijo de Plutón, eso no es normal."

Y, Reyna no tenía idea de cómo, pero estaba segura que Hazel tenía la razón. Ese chico, fuera quien fuera, era todo menos normal.

Cuando le anunciaron que el hijo de Plutón estaba de vuelta, Reyna se había preparado para patear bifurcums. Cuando lo vio, sin embrago, lo único que pudo dar fue un gran abrazo.

"Nico Di Angelo," dijo Reyna con una gran sonrisa en el rostro.

"Pretora," la saludó el chico e hizo una pequeña reverencia con la cabeza.

"Oh, vamos. No me dirás que después de salvar el mundo juntos me seguirás llamando 'Pretora' ¿O si?"

Nico respondió con una sonrisa.

Reyna se dirigió a los otros dos que venían con él. "Solace, ¿Me equivoco?" Will negó con la cabeza e imitó la reverencia de Nico.

"Y," dijo volteando hacia el último de los tres, "mis disculpas, pero no creo conocerte."

"Bryan," respondió el hijo de Ares imitando a sus compañeros. "Bryan Martínez a sus servicios."

Reyna estudió rápidamente al chico con la mirada. No había mucho que ver, en realidad, pero Reyna había aprendido a no juzgar a las personas sin conocerlas a las malas. El chico frente a ella era alto, pero no tanto como para tener que mirar hacia arriba cuando hablabas con él. Su piel estaba bronceada, como si hubiera pasado su niñez bajo la luz del sol en la playa jugando con un balón. Su cabello era totalmente negro, lacio, corto y brillante. Aunque parecía de aproximadamente 17 años de edad, no tenía rastro alguno de vello facial. Por un momento, Reyna se preguntó si era de los que se rasuraban, o si aparentaba más edad de la que en realidad tenía...

¿En qué piensas? se dijo ella misma. ¡A hacer tu trabajo!

Reyna volvió su mirada al hijo de Hades e hizo una seña con su mano. "Síganme, por favor. Tenemos mucho de qué discutir."

Solangelo - El Fugitivo del Inframundo (Fanfic de Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora