Erwin Smith

896 124 44
                                    

¿Que no le guardaba rencor? Era cierto, no era una persona rencorosa, pero sentía que aún no podía perdonarlo del todo, aunque ya le había dicho que lo había hecho. En el fondo de su corazón, necesitaba escuchar algo más que un perdón de su parte, quería, necesitaba una explicación.

En eso iba pensando mientras estaba en el ascensor de la torre médica de Sina, la verdad era que no había dejado de pensar en Levi desde que lo vio hacía casi un año. Y haber pasado la noche con él no había ayudado mucho, pensó que ya había superado el asunto, pero tal parecía que estaba aferrada en hacer su vida un drama basado en ese hombre pequeño.

Siempre se reprendía mentalmente al darse cuenta que de nuevo pensaba en él. A pesar que ella le dijo que lo llamaría cuando estuviera en la ciudad, prefirió no hacerlo esta ocasión, ya que solo había regresado para visitar a su amigo Erwin.

En cuanto su vecino vino a su mente, su expresión cambió. Ese hombre llegó a su vida para darle un nuevo aire a su existencia, le ayudó en su tiempo con su recuperación después de la ruptura con Levi.

—Hola, qué tal Marlene. ¿Erwin está con paciente? —dijo Hange entrando al pequeño consultorio.

—¡Hange, que sorpresa!, buenas tardes. Sí, ya está con la última paciente, un embarazo —la asistente de Erwin, ginecólogo de profesión, la saludó con alegría.

—Llegué temprano entonces, no pude evitarlo —sonrió mientras tomaba una revista de farándula, arrugó la nariz y la hojeó sin ningún interés.

—Lo siento, es lo que hay, eso es lo que le gusta a las personas, de las revistas científicas que teníamos, nadie las hojeaba, solo unas cuantas personas, tú incluida —la mujer conversaba mientras ponía en orden su área de trabajo.

—Qué triste, prefieren consumir contenido basura a informarse sobre el bienestar y funcionamiento de su cuerpo.

—Pero ni modo, al cliente lo que pida —sonrió Marlene.

Se escuchó el sonido de la puerta abrirse, ambas giraron la cabeza pero no vieron salir a nadie, seguramente estaría pidiendo recomendaciones finales. Hange entonces caminó hacia el revistero y tomó un ejemplar, en su portada estaba la fotografía del centro de investigación que estaba a su cargo en la ciudad de Trost.

Ignoró a la mujer que salió del lugar, pero de reojo pudo ver que era una chica bajita con cabellos naranjas y  una pequeña pancita de embarazada, volteó para mirarla rápidamente y sonrió, se veía hermosa esperando a su bebé.

—Tu cita para el siguiente mes ya está agendada, Petra. Te esperamos, cuídate mucho. ¿Tu esposo vino por ti?

—Sí, ya me llamó y está subiendo, hemos tenido muchísimo trabajo, pero al final sí pudo venir. Gracias, Marlene. Nos vemos, tú también cuídate.

Hange escuchó la conversación de las mujeres y vio a la joven que pasaba junto a ella, se despidió aun siendo una desconocida para ella, era una mujer muy amable.

—Hange, ¿quieres pasar? —Marlene preguntó.

—Sí quiero, pero mejor espero que Erwin termine.

—Bien, le ayudaré a limpiar el área para que termine pronto y podamos irnos.

—Marlene, no le digas a Erwin que estoy aquí, es una sorpresa —dijo guiñando el ojo.

—Oh, entiendo, entiendo. No te preocupes, no le diré nada—Marlene guardó unos segundos de silencio, dudando en decir su siguiente frase, al final titubeó—. Hange, tú y él...

—No, Marlene, lo nuestro se terminó hace mucho tiempo pero, siento un gran cariño por él que no puedo evitar venir a verlo y más hoy, que es su cumpleaños.

SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora