Confrontación

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El once de enero llegó. Levi arribó desde muy temprano al colegio de arquitectos, ya que ese día se llevaría a cabo la reunión con los directivos del Cinvesgen. Contrario a lo que muchos pensaban, sí se encontraba un poco nervioso debido a que tenían el tiempo encima y ese proyecto no era el único que estaba en sus manos.

Tomó cuidadosamente una de sus maquetas mientras se dirigía a la sala de juntas, pues nunca permitía que nadie cargara con sus preciados modelos. Un compañero le ayudó a abrir la puerta de la sala al ver que él estaba con las manos ocupadas.

—Buenos días, arquitecto — el joven saludó, un poco nervioso.

—Buen día —y como siempre, Levi respondía con apenas dos sílabas.

—La licenciada Petra ya está en la sala también —le informó.

—¿Pero qué? —Preguntó, mientras fruncía levemente el ceño— Gracias.

El joven se retiró después de haber abierto el recinto. Levi se adentró al lugar, colocó su maqueta sobre la mesa principal y se dirigió hacia Petra, quien se encontraba dando órdenes y arreglando algunas cosas en la sala.

—Oye, tú, qué crees que haces aquí —dijo Levi, mientras arrebataba una silla que la mujer arrastraba con cierta dificultad.

—Oh sí, hola Levi, buenos días, gracias, ¿cómo amaneciste hoy? Maleducado, grosero —lanzó la mujer, intentando arrebatarle la silla.

—No me vengas con esas cosas, ¿qué diablos haces aquí? Deberías estar descansando —él la sujetó del antebrazo y la obligó a caminar con él, para después hacer que ella se sentara.

—Levi, ¿qué te he dicho sobre maldiciones y malas palabras? —dijo ella, mientras reclamaba su extremidad.

—Ve a casa.

—No, me aburro estando allá, además que soy más útil aquí.

—Eres una necia.

—Mira quien lo dice —ella lo miró, burlona—, además, ya casi está todo listo, ¿qué te parece?

—Está muy bien —Levi miró la estancia y asintió complacido.

—Bien, entonces no sigas diciéndome que debo estar en casa.

—Deberías estar en casa.

—¿Te ayudo con la otra maqueta? —Petra lo ignoró al tiempo que se levantaba de su lugar.

—Por supuesto que no.

—Qué pesado. Entonces terminaré de arreglar aquí, en unos momentos traeré la información general.

Levi asintió con la cabeza mientras volvía por su segunda maqueta. Estaba satisfecho, había terminado en tiempo y forma, es más, terminó antes de tiempo con lo encomendado, no tenía que preocuparse más, solamente verían detalles de acuerdo a las necesidades de los involucrados.

Terminó de llevar todo a la sala, regresó a su oficina y se dedicó a esperar la hora de la reunión mientras limpiaba un poco su área de trabajo. A las ocho treinta comenzaron a llegar algunos de los citados, para esa hora ya todo estaba listo, si todo seguía así, comenzarían y terminarían puntuales. Sí, Levi amaba la puntualidad.

Faltando diez minutos para las nueve, Levi regresó a la sala de juntas y se colocó al lado de Petra, después miró hacia la entrada y cuando vio a uno de los asistentes se desconcertó, aunque trató de no aparentarlo.

—¿Qué te pasa, Levi? Parece que viste algo que te sorprendió —dijo Petra en tono confidencial, acercándose a Ackerman.

—Ese hombre, el mastodonte de allá, ¿lo conoces? —Levi señaló con discreción al hombre alto, rubio y con bigote que había ingresado al salón.

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