Paciencia

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Los días siguientes a esa reunión transcurrieron con relativa calma, pues el trabajo en la construcción apenas comenzaba. Levi pasaba largas jornadas supervisando la obra, no quería desperfectos; organizaba su tiempo de tal manera que aun así, poco o casi nada quedaba para él, pero ya estaba acostumbrado.

De momentos miraba su celular, esperando encontrar algún mensaje de Hange, y al no ver nada, le escribía un breve texto saludándola. Lo positivo era que ella le respondía, si bien no de inmediato, pero respondía y eso era un pequeño gran avance.

¿Estaría siendo muy apresurado si la invitaba a salir? No sería una cita como tal, solo quería pasar algo de tiempo con ella, aunque también se encontraba con demasiadas ocupaciones.

O quizá debía esperar. Además, quería visitar a Petra y a su bebé, que nació a mediados de enero. Se decidió y llamó a su compañera diciéndole que la visitaría por la noche, una vez hubiera terminado el horario de trabajo.

Después de la pesada jornada, Levi se apresuró en llegar a su casa, tomó una ducha rápida, se vistió, tomó sus cosas y salió hacia el departamento de la nueva mamá. Una vez ahí, tocó el timbre y un cansado Erd abrió la puerta.

—Te ves como la mierda —le dijo en cuanto lo vio.

—No es nada fácil esto del bebé —respondió Erd, en tono cansino—. Vamos, pasa.

—¿Me lo recomiendas? —el hombre de cabellos negros preguntó burlón, mientras tomaba asiento en el sofá.

—Yo... es muy cansado, no puedes dormir como antes pero a pesar de eso, sí, todo el cansancio desaparece en cuanto ves que tu hijo duerme tranquilo. Es lo mejor que hay, te lo recomiendo.

—Vaya, eso no me lo esperaba —Levi alzó las cejas ante lo dicho por su compañero, sonaba tan ilusorio.

—Ya vuelvo, voy por Petra y el bebé —Erd desapareció y unos minutos después regresaba junto a su esposa y el recién nacido.

—Mira quién vino a visitarte, bebé. El tío Levi, dile: ¡Hola, tío Levi! —Dijo Petra con voz chillona.

—Carajo, Petra. No hables así frente a tu hijo —Ackerman gruñó ante la melosidad de su amiga.

—¡Levi! Te recuerdo que mi hijo escucha todo perfectamente, deja de decir esas cosas —ella acurrucó al bebé en su pecho.

—Cariño, voy al super por la compra de la semana, no tardo —Erd se acercó, le dio un beso en la frente al bebé y a su esposa.

—Ve con cuidado por favor, te esperamos.

—Levi, ¿te quedas a cenar con nosotros? —preguntó Erd a su invitado.

—No, tengo que regresar a preparar el trabajo de mañana, gracias de todos modos.

—Bien, entonces nos vemos mañana —Erd se despidió y salió del departamento.

—¿Quieres cargar a Hugo? —Petra interrumpió el silencio, se acercó y se sentó junto a Levi.

—No creo que sea buena idea —dijo él, mientras ladeaba el rostro.

—¿Por qué no? Vamos, ¡inténtalo! —Lo animó— Desde que nació no lo has cargado en brazos... y eso que eres su tío —susurró ella, desconsolada.

—Pero... —una mueca extraña se dibujó en el rostro de Levi. Tenía miedo de hacerle daño a ese pequeño y frágil ser humano.

—Nunca has cargado un bebé, ¿verdad? —Atinó a decir Petra—. Bueno, no te preocupes, yo te ayudaré. Sirve que practicas para cuando tengas tus bebés con Hange —ella le lanzó una mirada traviesa.

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