Años

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El rubio no se había rendido en el intento pero simplemente nunca había tenido éxito en su aparentemente sencilla labor.

¿Cuánto podría tardar en encontrar a alguien que era su propia vecina?

El balanceo del columpio provocó que su pelo se meciese con lentitud. Cerró los ojos y sintió como el aire golpeaba con delicadeza su rostro. Dentro de apenas unos días sería su graduación y no sabía siquiera si aprobaría el examen.

¿A caso debería superar la prueba cuando no era capaz ni de hallar a alguien que vivía tan cerca suyo?

Los sonidos de los niños jugando inundaron sus oídos y sus pequeños dedos apretaron su agarre en la desgastada cuerda.

Naruto corrió durante los siguientes días, meses e incluso años por su edificio tratando de encontrar a la rosada niña.

¿Le habría mentido?

Imposible, nada de ella había dudado en aquella rápida respuesta.

Su mano petó con esperanza en la primera puerta empezando por la derecha del tercer piso, de nuevo. Era el apartamento dos puertas a la derecha del suyo. El rubio había preguntado casa por casa repetidas veces y la mayoría del tiempo era expulsado con un golpe en la mejilla de regalo y un moratón que no se esforzaría en esconder.

"Naruto, pequeño." Susurró la misma menuda anciana de siempre. Los ojos azules le recibieron con cariño. El Uzumaki apreció el pelo canoso que se encontraba, como siempre, recogido en un cuidado moño. "Ninguna niña de pelo rosado se encuentra aquí y no conozco a nadie llamada Sakura." Respondió con gracia y le extendió una pequeño recipiente lleno de comida que escondía tras su espalda. "Te veo la siguiente semana."

"Gracias abuela." Sonrió ampliamente el rubio y se alejó dirigiéndose directo hacia su siguiente víctima.

La puerta se cerró, la anciana se apoyó en  la madera y suspiró con fuerza.

"No sentimientos Sakura, no sentimientos." Susurró la pequeña mientras el genjutsu desaparecía de su cuerpo.

Ella siempre había tenido habilidad con aquellas técnicas ilusorias o eso siempre le decía Itachi en sus entrenamientos.

Después de un tiempo Naruto se daría cuenta de que aquella abuela era la pequeña chiquilla de ojos verdes y ella, bastante más tarde, admitiría que ya le había cogido cariño al pequeño que le seguía buscando a pesar de su brusca despedida en su primer y único encuentro.

La garganta de Naruto dejó escapar un suspiro derrotado. Pero él había prometido que la encontraría y así lo haría, no pensaba rendirse ahora.

"La encontraré." Susurró un día tras otro. "Ella será mi amiga... O por lo menos tengo que darle las gracias adecuadamente." Añadió recordando el esfuerzo que suponían aquellas bolsas de basura en su entrada. "Es una promesa."

El Uzumaki abrió sus ojos con lentitud y observó a los niños divirtiéndose, jugando entre ellos.

A lo largo de sus años en la academia, todo lo que intentó para conseguir un amigo fue en vano. Por mucho que tratase de llamar la atención solo se encontraba con burlas y rechazo, ¿a caso no se merecía un amigo? Ni si quiera aquella chiquilla había aceptado serlo.

Él y sus compañeros se encontraban en una expedición y, mientras cruzaban un río mediante un simple puente que consistía en un árbol cortado, tuvo la excelente idea de caerse al agua tratando de que pareciese accidental. Iruka le riñó, sus compañeros se rieron de él y nadie le ofreció ayuda para salir del río.

VigíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora