Dos

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El preciado tiempo se escapó entre los pequeños dedos de Naruto. Él había pensado que dos días eran más que suficiente pero, como solía pasar, se había equivocado.

Después de salir de la academia durante aquel par de tardes, el sudor había cubierto su cuerpo durante cinco horas seguidas y, ¿para qué le había servido? Absolutamente nada.

Eran las tres y cuarenta y dos de la mañana y el rubio se encontraba tirado en el suelo, observando fijamente el techo tras haber intentado demasiadas veces el jutsu. Naruto hacía una hora que había perdido la cuenta.

Su antebrazo tapó sus orbes azules y se permitió descansar. ¿En serio era tan inútil?

Sus labios se apretaron y sus dientes se clavaron con debilidad en el interior derecho de su mejilla.

Solo le quedaba rogar que al día siguiente lo lograse. Él nunca había sido de desear porque, al fin y al cabo, nunca se cumplieron sus peticiones. Sus padres nunca volvieron, nunca tuvo un amigo, nunca le dejaron caminar con normalidad por las calles... Pero siempre había tiempo para una primera vez, ¿no?

Naruto se miró con desgana en el espejo, un bostezo hizo que su boca se abriese desmesuradamente pero ni siquiera se esforzó en cubrirse con las manos. Parpadeó varias veces y su reflejo le saludó burlándose; ojos rojos y entrecerrados, cejas hundidas, las comisuras de sus labios hacia abajo. Él, sin lugar a dudas, debería haber dormido más.

Sus palmas se llenaron de agua y se mojó el rostro con lentitud, se colocó sin cuidado alguno el cuello de la chaqueta y corrió fuera de su casa. Sus manos peinaron descuidadamente su pelo durante el trayecto hacia la academia y una gran sonrisa adornó sus labios.

"Voy a aprobar."

Sakura le siguió por los tejados con cuidado, un simple genjutsu permitió que su presencia no fuese notada por los demás. Su suerte podría haber cambiado si se hubiese cruzado con un jonin pero decidió arriesgarse. Ayer había entrenado demasiado y su chakra estaba bajo mínimos.

¿Con qué equipo le tocaría?

"¿Y si me toca con Naruto?" Cuestionó con la preocupación brillando en sus ojos.

Sus puños se apretaron con fuerza al notar lo cansado que estaba el rubio
Ella quería que aprobase, Naruto tenía que cerrarle la boca a todos los que le rodeaban. Si no conseguía mostrarle todo lo que él valía al mundo lo haría ella encantada... Los huesos de sus desos crujieron.

El puño de la pelirrosa colisionó con fuerza en la sien de un ninja de la villa de la arena. Su rostro tapado por el gorro adornado y el cuello de su túnica cubriendo su boca ocultaron su identidad a la perfección. Kisame miró hacia atrás y sonrió.

"Gracias por cubrirme la espalda."

Los instintos venían grabados en su sangre, ella no podía evitarlo ni quería. Si tan siquiera pudiese hacer realidad sus deseos, la vida de Naruto hubiese mejorado en escasos segundos.

El rubio entró en el aula con una gran sonrisa enmarcando en su rostro. Sus manos temblaban pero trató de disimularlo lo mejor que pudo, tampoco es que nadie le estuviese prestando atención.

Él estaba nervioso, angustiado, con ganas de ponerse a llorar.

Pero, sin lugar a dudas, él iba a superar aquella prueba.

Sasuke observó con indiferencia al Uzumaki. Él era tan patético, él era tan débil... Dejó que un suspiro escapase de sus labios, apoyó los codos en la mesa y entrecruzó sus manos para poder dejar descansar su rostro en ellas.

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