Semanas

111 15 2
                                    

El tiempo había pasado grácilmente a los orbes alegres del rubio, habían transcurrido un par de semanas en las que habían realizado una que otra misión de bajo rango pero podría decir que se lo había pasado mejor que en toda su vida. Él sentía que Sasuke se acercaba a él cada vez más, aunque fuese a su manera, y Kakashi les sonreía sinceramente siempre que tenía oportunidad, ¡hasta hoy les había invitado a comer ramen al Ichiraku!

Pues sí, ahí se encontraban ellos devorando la comida que había dispuesto Teuchi a su frente. Todos menos Sakura porque ella, extrañamente, se había enfadado.

Los puños de la pelirrosa se apretaron ante la despreocupada invitación de su supuesto maestro. "¡Vete a la santa mierda Hatake!" Su voz sonó grave debido a la ira que recorría sus venas y desapareció más rápido de lo que el rubio podría haberse imaginado.

Después de la escena Kakashi se esforzó por normalizar la situación y no hizo ni un amago por ir a ver qué le pasaba a la niña. El Uzumaki insistió en ir pero el Uchiha le cortó rápidamente. Sasuke sabía el porqué de que Sakura estuviese así y no era nada que le incumbiese a Naruto.

El Uchiha no hablaba mucho y, por consiguiente, era una persona bastante observadora. Cuando solo te dedicas a observar, lees fácilmente las situaciones. A él nunca le pasaba nada por desapercibido, o eso pensaba, por lo que pudo notar como el Hatake evitaba a la chiquilla, como ignoraba cuando le hablaba y como evitaba tener cualquier contacto con ella.

¿Qué les había pasado?

Sus ojos negros se clavaron en los fideos y se encogió de hombros, ellos ya lo resolverían y, aunque no lo hiciesen, a él le daba bastante igual.

Después de que el Uchiha cayese en las obvias artimañas de Naruto, comenzaron con una competición para ver quién se comía más raciones de ramen. Al final Kakashi maldijo vaciando su cartera ya que se había comprometido a invitar a esos malditos niños. Aún encima, cuando hubo el recuento, habían quedado en un patético empate.

Un par de minutos después de que el Hatake pagase la cuenta los niños escaparon lejos de su furia y a él no le quedó otra que volver a su solitaria casa.

¿Debería ir a hablar con Sakura? ¿Pedirle perdón? Su orbe se clavó en sus manos temblorosas, la sangre le dio la bienvenida como cada vez que estaba cerca o pensaba en la pelirrosa. Él tembló y continuó caminando sin cambiar de rumbo, no podría enfrentarse a ella.

Pero lo que nadie de su equipo sabía era que la pobre niña había llegado temblorosa a la casa y había comenzado a destruir todo lo que se encontraba en su camino. Ya no había lámpara o figura que no estuviese rota en el suelo y la sangre se encontraba por las maderas y la mayoría de sus brazos. Las heridas de sus extremidades superiores y pies quemaban pero no más de lo que lo hacía su garganta y pecho. ¿Con qué derecho se creía ese desgraciado para decirle que confiase en él y después hacerle esto? Sus ojos picaron pero no se permitió llorar por aquella persona que acababa de conocer.

Un día aceptó que ella había comenzado a sentir, en el momento que Kakashi le habló tan sinceramente en su cuarto, que le apreciaba, que incluso le admiraba.

Sus piernas cedieron y acabó de rodillas en el suelo, con las palmas apoyadas en el parqué y su cuerpo siendo sacudido por fuertes temblores. Retuvo el sollozo que se quería escapar de su garganta y evitó, una vez más, llorar por una persona que no se lo merecía.

"¡Maldito traidor!" Siseó con furia. "Hay que matarle." El puño de su amigo azul se clavó en la mesa mientras soltaba aquellas palabras. "No soportamos el trato que tenía hacia Sakura para descubrir esta mierda. Él se ha marchado. Lo ha jodidamente hecho. "

VigíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora