AQUÍ VAMOS...

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ESTACIÓN 24, REGIÓN ---


Se podían escuchar lentas y pesadas respiraciones en medio de una habitación a oscuras, sin más luz que la de una bombilla en el techo sobre la cabeza de un hombre ahí. El sujeto cabeceaba de un lado a otro mientras que su mente trataba de comprender que estaba pasado, no estaba del todo consciente. Su mirada viajo de esquina a esquina tratando de encontrar algo que pudiera decirle que estaba pasando, pero solo veía una mesa de metal frente a él. Sus brazos y piernas sujetados a seguros metálicos en tobillos y muñecas respectivamente, restringiendo su movilidad.

— Estoy un poco sorprendido de tu regreso Arnold...

Ese acento... esa voz... esa silueta que sobresalía de la obscuridad de la habitación, todas esas cosas golpearon la mente de Arnold como un martillo a un clavo. Arnold, estaba muy maltratado y se notaba a simple vista. Un ojo morado, su labio partido, su ceja derecha tenía una herida abierta... él no estaba cooperando con sus captores. Así es, ahora todo volvía a tener sentido de repente, ellos querían algo de él y simplemente no se los daba.

— No estoy aquí por mi voluntad. — Respondió Arnold.

— Yo sé que no. — Dijo el sujeto entre las sombras. — Pero fue mi voluntad la que te trajo aquí...

El segundo hombre camino hasta ser cubierto por la poca luz de la habitación, revelo al líder de la organización criminal responsable de los acontecimientos de Sinnoh. Nervan mostraba una sonrisa sínica en su pálido rostro, sosteniendo su gorra entre sus manos. Se inclino y apoyo sus manos en la mesa metálica, fijando sus ojos en los de Arnold sin dejar su sonrisa.

— Si, ha pasado tiempo desde que tuvimos ese pequeño eh... mal entendido.

El capitán movió un poco el cuello de su túnica, revelando una gran cicatriz en el costado izquierdo de su cuello. Arnold no dijo nada ni tampoco hizo algún gesto, solo se mantuvo callado escuchando a Nervan.

— Las heridas sanan, si les das tiempo. — Camina alrededor de Arnold. — Las cicatrices dejan una marca, pero también sanan...

Nervan se detuvo justo detrás de Arnold y puso una mano en el hombro derecho de este, tensando al pobre de Arnold.

— Pero las traiciones son algo que no sanara, y dejan una terrible marca en el alma de una persona. En especial si esa persona confiaba en ti.

La mano del capitán apretó su agarre por unos instantes, pero luego volvió a aflojarse y retiro su mano de Arnold. Volvió al otro lado de la mesa y coloco sus manos en su espalda, mirando fijamente a Arnold.

— Pero lo importante es que estas aquí para enmendar tu error oh ¿Me equivoco?

Arnold devolvió la misma sonrisa al capitán, movía sus pies jugando un poco y miro directamente a los ojos de Nervan.

— No veo el error... Lo que hice fue parar tu manía y tus locuras. ¿En qué clase de mundo crees que tus ideas y tus visiones te llevaran algún lado? ¿Sabes que creo? Que lo que tú buscas es simplemente ver el mundo arder, no estas conforme con nada ni con lo que te ha tocado vivir. — Decía Arnold cada vez subiendo su tono de voz. — Este mundo es cruel con algunas personas, pero no es razón para que tú vayas buscando causar pandemonio y caos a donde se te dé la gana...

Nervan borro poco a poco su sonrisa, en su lugar puso un rostro de incomprensión y seriedad.

— ¿Crueldad? ¿Crees que tu mundo conoce la crueldad? — Pregunto Nervan acercándose más a Arnold.

ERES MI PRINCESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora