Salidas

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Por la mañana siguiente, Steve se levantó temprano sin necesidad de la alarma; se quitó la manta de encima y se estiró mientras caminaba a la cocina.

Preparó dos tazas y subió las escaleras con cuidado.

Abrió la puerta con cuidado y sonrió ante la escena frente a sus ojos. Tony en algún momento de la noche, se metió en la cuna de Peter y se quedó dormido de lado, de frente a su hijo. Éste, en un aparente mejor estado, se había subido encima del ingeniero y dormido boca abajo en su pecho.

El rubio movió ligeramente al empresario siendo cuidadoso de que no se despertara de forma brusca. Tony se talló un ojo mientras bostezaba y se hacía consciente del peso extra sobre él. Acarició los cabellos de su pequeño y de manera lenta, se medio sentó en la cuna, comprobando la temperatura de Peter y manteniéndolo dormido sobre uno de sus brazos. Con el otro aceptó la taza de café que Steve le tendió después de que todo estuvo en orden.

Steve se sentó en el suelo, con la espalda recargada sobre los barrotes de madera de la diminuta cama y observó desde ahí, a los dos castaños.

Con los días, Peter mejoró considerablemente, a pesar de que les costó mucho que se tomara su medicamento, teniendo que engañarlo con  sus jugos o comida.

Cuando él pediatra del pequeño le dio luz verde, los tres salieron a festejar al parque, teniendo un día de camping sólo para ellos tres.

Tony, cómo buen niño pequeño y caprichoso que era, se encargó, o más bien, le pidió a Steve que acomodara todo lo necesario en una cesta: un mantel a cuadros rojos y blancos, sandwiches, jugos para Peter, cervezas para ellos, así como demás chucherías.

Tras haber llegado, buscado el mejor lugar, el cual era debajo de un árbol en dónde la luz y la sombra era por igual; una vez puesto todo, comieron. Rieron ante las ocurrencias del pequeño, así como de sus pucheros, unos que Steve volvió a rectificar, le pertenecían a su padre.

—¿Y porqué Benjamín?— preguntó Steve antes de darle un sorbo a su botella.

—A Maia le gustaba. —respondió Tony recargando las palmas de sus manos en su espalda.— dijo que significaba 'símbolo de fuerza y virtud', me comentó que desde su vientre, ella sentía que él tenía eso. Además de que adoraba al ex presidente.

Ambos rieron. Peter se entretenía viendo las nubes acostado entre ellos dos. Tony aprovechó para recostarse sobre la manta y parte del pasto usando los brazos como almohada.

—Así que Peter es por ti.

—Yep.

—¿Y porqué?—volvió a preguntar el rubio.

Tony se rió antes de contestar.

—Mis padres me leían Peter Pan cuando era niño. Fue mi libro favorito. Aún lo es. Siempre quise sentirme igual de libre que él cuando volaba, pero yo no tengo polvos mágicos de hada, así que pensé que mi hijo podría tener algo de su chispa si se llamaban igual.

Steve asintió contento. Quiso sonreír de forma tierna ante la conmovedora y profunda anécdota del castaño, pero supo que éste se percataría de ello a través de sus gafas de sol.

—Pero claro, cuando mi padre lo dedujo, me dijo que Peter podría volar igual que Peter Pan. Que solo se necesitaba de un paracaídas y una avioneta.— agregó con sarcasmo Tony.

Por poco, el rubio casi escupe su bebida ante la cómica, pero de cierta forma retorcida idea del abuelo del pequeño.

El día siguió tranquilo así como los demás.

El día siguió tranquilo así como los demás.

Las salidas se hicieron recurrentes. Algunas veces iban a comer o pasear por la ciudad, aunque claro, por lugares donde no hubiera una aglomeración grande de personas.

En una ocasión, visitaron una heladería, hasta Jarvis había ido. Al entrar, Peter, en brazos de su padre, exigió ser bajado al suelo.

Tony rodó los ojos, pero cumplió el capricho de su hijo. Jarvis y Steve un par de pasos atrás de ellos, rieron suavemente.

El pequeño dio los pasos que le faltaban para llegar hasta el mostrador, donde se podían ver a través del cristal, los distintos sabores que la tienda tenía.

El castaño menor, pegó sus diminutas manos al vidrio volteando de un lado al otro, admirando los helados. Su acción produjo en los presentes una carcajada de ternura.

Minutos más tarde, Peter degustaba ya fuese de la mano de Tony con la cucharilla, o con sus dedos, los cuáles hacía en puño para agarrar más contenido de su copa sin importarle qué tan pegajosa le quedara la mano o la cara.

A cualquier parte que fueran, al parque o algún otro sitio, en realidad no necesitaban de mucho para pasarla bien pues estaban bien con la compañía entre ellos, produciendo momentos y recuerdos inolvidables.
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Al paso que voy, esto acabará más pronto de lo planeado.

Aunque espero que lo sigan disfrutando.

Quiero decirles que sí leo sus comentarios y me encanta saber sus reacciones.

¡¡Muchas gracias!!
♥️😍

Ciao

Starkforever

El sexy niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora