Rutina Pt 2

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En raras ocasiones, Peter se negaba a ir a la guardería y acompañaba al trabajo a Anthony, como en los viejos tiempos, Era en esas ocasiones, en que desde lejos, a Pepper le parecía que veía a una verdadera familia.

Peter y Tony en la parte trasera del auto, bien asegurados veían algo en la tablet del mayor o bailaban; Steve en la parte del copiloto o del conductor, sonreía ante el show que se llevaba ahí dentro, al igual que Jarvis.

Cuando los cuatro hombres bajaban, era todo un espectáculo.

Tony, en su traje Armani, de por sí ya era un deleite.

Peter,era la adoración en la empresa. Siempre que estaba por ahí o recorría los pasillos en brazos de su padre o de la rubia, todos morían de amor al verlo; y él claro, al llevar sangre Stark por las venas y la egolatría, así como el encanto, se dejaba querer.

Tony reía cada que eso sucedía. Pero no sólo era por lo gracioso de la escena, no, sino que era por su mismo ego que crecía al ver que su primogénito encantaba a cualquiera con tan solo pasar enfrente de ellos.

Pepper solía agitar su cabeza de lado a lado o soltarle un golpe de la nuca a su mejor amigo y jefe.

Steve por su parte, en la universidad, asistía a sus clases correspondientes, saludaba a sus compañeros en los pasillos y compartía algún tema o descubrimiento de interés con sus profesores

Saliendo de la escuela, caminaba hasta la guardería de Peter y si es que el padre de este quería pasar tiempo con el pequeño, iba hacia la empresa.

Cuando daban la 4, empezaba todo el acabose.

Había comenzado con un leve y típico cuchicheo entre empleados sobre el nuevo chico que con regularidad se paseaba por ahí, así como el papel que tenía en cuanto a la empresa o con el dueño de esta;después, se volvió todo un desastre.

Pepper sabía que Steve, cómo le pidió el mencionado que lo llamase, debía de atraer a la mayoría de féminas de su escuela, sino es que a todas.

Un hombre atractivo de más de un metro ochenta, de ojos azules, cabello rubio, atlético y que por si eso fuera poco, que era atento, amable y te delumbraba con su inocente sonrisa de perfectos dientes blancos, debía de llamar sí o sí la atención de cualquier mujer.

Por eso, a la hora de la comida, tanto secretarias, recepcionistas y cuánta mujer estuviera por ahí en el edificio, se arreglaba el maquillaje, el peinado y hasta si era necesario, el vestuario.

En un principio, le pareció raro el comportamiento, pero al descubrir el detonante, sólo rió: y lo hizo aún más cuando se percató que Tony también lo había notado.

Tony, Tony, Tony, se dijo.

Podía engañar a todo el mundo, menos a ella.

En el momento en el que Steve ponía un pie en Industrias Stark, las revoluciones de pestañas, disparos de perfume en cuellos y escotes, se hacían a mil por hora.

Rogers, atento como siempre, saludaba a todos. Dirigía sus pasos hasta el elevador y presionaba el botón del último piso.

Y claro, ahí también se debatía una lucha de quién iría con el rubio en un espacio tan...reducido.

Llegaba hasta el piso, y ahí daba vuelta a la izquierda y luego a la derecha para entrar a la oficina principal.

Una vez ahí, el territorio de acosamiento quedaba inhabilitado.

Y por supuesto, Tony se había encargado de que así fuera.

Porque Anthony Edward Stark, no era tonto, ni tenía un pelo de eso si quiera. Le había costado tiempo, un poco claro, observar el extraño y enloquecido alboroto que se formaba en su empresa cada vez que su niñero iba ahí.

Al principio no lo tomó en cuenta dado que tenía asuntos qué atender y a toda la pila de papeles con informes, datos y negociaciones que debía de revisar o firmar, que Pepper le ponía encima de su escritorio imposibilitándole la vista.

Cada que Peter fuera o no a la guardería, Tony le pedía a Steve que llevara a su hijo hasta la empresa para comer juntos. Si bien a Pete no le había caído muy en gracia eso de estar separado de su padre con la llegada de su niñero, tampoco a Tony.

El castaño se había acostumbrado a tener a su hijo durmiendo a su lado en su moisés, jugando en la alfombra o en sus piernas detrás del escritorio. Y que de un momento a otro, ya no estuviera, era algo desolador.

Por eso, cad que necesitaba de una dosis de Peter, le pedía va Steve que lo llevara y de paso comían los tres, o cuatro, junto con Pepper, ahí en su oficina.

Aquellas tres paredes de cemento y una de vidrio, se llenaban de nuevo de risas, alegría y amor.

Una vez todos estaban satisfechos, Pepper le indicaba a Tony que era hora de volver a trabajar. Tony suspiraba largamente, besaba un par de veces la frente de su hijo, lo mecía entre sus brazos mientras el pequeño bostezaba y se tallaba un ojo con su diminuta mano.

Después, era pasado a los brazos de su cuidador y tras una breve despedida, Steve salía de la oficina con su hijo en brazos, siendo llevado al departamento por Happy.

Por eso, cuando Tony descubrió casi con horror, cómo sus empleadas se volvían locas con su niñero, decidió ponerles un alto.

Y sí, debía de ser él quien lo hiciera, porque además de ser el dueño de la empresa, era el único de Steve y él, quien veía lo que sucedía.

Sabía que su niñero era un pan de Dios y que por lo mismo, no tomaría con segunda intención, las acciones de sus acosadoras. Pero él sí.

Por que, él era testigo de ello.

En una ocasión, cuando Steve había ido hasta ahí para entregarle unos papeles que le dejó de nueva cuenta, Natasha, notó los indicios de lo que hoy era tal catástrofe; ambos venían en el elevador, bajando para pedirle a Hoggy que fuera con su asistente, cuando Steve vio que alguien iba a entrar y las puertas estaban por cerrarse, sólo le bastó estirar su largo y musculoso brazo, para detener con su mano la puerta.

La señorita en cuestión, dió las gracias aún sin ver quién era su salvador, en cuanto levantó la vista, se sonrojó profundamente.

Tony rodó los ojos y Steve sonrió con amabilidad.

Pepper al enterarse de sus medidas de seguridad para el rubio, le dijo que era un exagerado.

"Exagerado mis calzones" se dijo mentalmente.

Lo único que agradecía y en lo que podía sentirse victorioso, era que por la tarde, casi cuando era de noche, al regresar a casa, Steve y su hijo estaban ahí esperándolo, y ellos eran sólo para él.

Esas mujeres podían decir misa, hacer o deshacer lo que quisieran, pero ellas no tendrían lo que el sí.
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¡Capítulo madrugador! Por que, ¿Porqué no? 😉😂.

Ya es viernes y el cuerpo lo sabe. Por eso, creo, es el capítulo más largo que está historia tiene.

Espero les guste y esperen verme más por aquí.

Ciao.

Starkforever

El sexy niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora