Flechazo

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Los días siguieron su curso normal, y mientras las horas se acumulaban, el humor de Peter se volvía más caótico.

Tanto él como Jarvis, hacían fiesta, maroma y teatro para hacerlo reír o que se le pasara por un rato el que su padre no estaba ahí.

Agradecía enormemente la ayuda de Jarvis en esos momentos y que haya escapado del padre de su jefe, porque no sabría si pudiera sobrellevar el temperamento de Peter tan bien como él lo hacía.

A pesar de que Peter se enfurruñaba y se cruzaba de brazos volteando hacia otro lado, Jarvis se las arreglaba para hacerlo reír al poco rato.

Steve lo miraba maravillado, pues a él le había costado un par de horas y muchos intentos para que eso pasara, hace una semana.

—Veo que la despensa está un poco vacía.

La voz de Jarvis lo sacó de su concentración al tararearle una canción a Peter con ayuda de muñeco de peluche.

—Oh, sí. Cada viernes antes de pasar por Peter, hago una lista y compro lo necesario.

—Yo puedo hacer eso por usted esta vez señor Rogers.— comentó Jarvis secándose las manos en una pequeño trapo.

Steve asintió dirigiéndose hacia la barra para tomar el papel dónde tenía lo que hacía falta, pasándosela al otro hombre.

—De acuerdo, volveré en un par de horas, ¿Hay algo que quiera en especial?

—Mmm, helado de chocolate.— respondió Steve, notando la luz ensoñadora que iluminó los ojos del bebé, lo que le hizo reírse.

—Oh, joven Peter, es igual a su padre.— habló Jarvis al notar el curioso gesto del menor.

Peter rio en una infantil y traviesa carcajada al verse descubierto.

—Por esta vez, le traeré algo a usted también.

Peter aplaudió feliz, saltando en su silla de comer.

—Por cierto, señor Jarvis, un amigo vendrá en un rato, lo más probable es que estemos en mi departamento, el contiguo a este a la izquierda.— le comunicó Steve cuando el otro estaba a punto de cruzar el umbral de la salida.

Jarvis asintió para salir finalmente.

—Bien amigo, vamos a ver mi departamento.— le habló a Peter cargándolo para luego tomar sus llaves y salir de ahí.

Un par de minutos tras haber entrado, el timbre de la puerta, sonó.

—Hola punk.— lo saludó Bucky del otro lado.

—Hola Buck. — abrió más la puerta y dejó pasar a su amigo.

Al pasar, el castaño soltó un silbido.

—Vaya amigo, esto es impresionante. No digo que nuestro departamento sea feo, pero esto...

—Marca la diferencia ¿no?— se rio Steve, mientras James asentía repetidas veces, como niño chiquito.

—Y tú debes ser el famoso y temible Peter Stark— habló Bucky dirigiéndose al pequeño en los brazos de su cuidador, riendo alegremente cuando el otro chico engrosó su voz al mencionar lo de temible y hacer movimientos con sus dedos como si quisiera hacerle cosquillas al niño.

Peter se removió entre los brazos del rubio, tratando de escapar ante la visible amenaza de un ataque a su pancita.

Tanto Steve como Bucky rieron ante ello.

Tiempo después, las risas de Peter fue todo lo que se escuchó por el lugar, debido a que Bucky lo alzaba por los aires haciendo ruidos parecidos a los de un avión. Aunque claro, siempre con cuidado y bajo la vigilancia del rubio.

El sexy niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora