Juntos

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—Ya le dijo que no. Ahora, retírese.— demandó con voz autoritaria.

El otro sujeto, volteando hacia él, aún mostraba un gesto de suficiencia.

—¿Y tú eres?— preguntó con desdén.

—El que le partirá la cara sino le quitas la mano de encima a los dos.

Ante la amenaza dicha en las aparentes tranquilas palabras, el hombre levantó las manos como si se rindiese y se alejó de ahí.

Los demás, atentos al chispeante suceso, suspiraron tranquilos ante la resolución del problema.

—Hola.— saludó el primero nerviosamente.

El otro, recuperando su aspecto habitual, le sonrió como sólo él lo hacía y se acercó a ambos.

/Horas atrás/

Rhodey escuchó atentamente todo lo que le dijo su mejor amigo.

Conocía los temores del castaño, así como sus verdaderos sentimientos. Ése tal Rogers tenía que ser todo lo fabuloso que tanto el empresario, como su mayordomo relataban que era.

Tras un momento de calma, Tony se percató de la bolsa que por todo lo sucedido, no se había percatado que Steve dejó en la isla de la cocina; la abrió y descubrió que dentro estaba su café favorito y una dona.

Aquél gesto lo hizo sollozar.

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Steve, demasiado apenado por sus acciones, salió del edificio en dirección a su antiguo departamento.

De pura casualidad, Bucky estaba despierto, y al ser el único que conocía todo de principio a fin, le contó lo que había pasado.

Los dos se apoyaban en las personas qué más los conocían.

En ambos extremos, el miedo y la incertidumbre era el obstáculo que los frenaban a los dos. Pero el motivo incentivante, estaba ahí.

Pensamientos fueron y vinieron, unos se entremezclaban con otros. Algunos más se desvanecían con la llegada de otro. Y los demas6, los condujeron a una resolución.

Esa noche, grandes revelaciones se dieron. Unas, que se efectuarían en la mañana.

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Tony arreglaba la corbata en un modo automático; Rhodey sentado en su cama, lo vigilaba.

Tras el arrebato de honestidad del rubio, Tony se había olvidado por completo de la fiesta—reunión entre empresarios a la que debía de asistir ése día.

Fue Jarvis quién le recordó tal evento. Con pesar, tuvo que prepararse. Lo único que quería era encontrar a Steve y decirle que...

¡Ni él mismo sabía que iba a decirle! Pero sabía que tenía algo que decir a su confesión.

—¿Listo?— le preguntó Rhodey a su espalda, mirándolo por medio del espejo.

Tony viéndose por última vez, asintió.

Asistiría, y en cuanto le fuera posible, se marcharía de ahí. Su cabeza no daba para más que un sólo asunto.

En otra parte, la alarma del celular lo despertó. Suspiró y tras un momento de reconocimiento, se deshizo de las sábanas sobre su cuerpo.

Se puso encima una sudadera azul y salió de su antiguo cuarto. Caminó hasta la cocina y aceptó la taza de café que su mejor amigo le ofrecía.

—¿Y qué harás?— le cuestionó James después de un largo silencio.

El sexy niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora