Contratado

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Steve se había levantado temprano, haciendo té y un poco de comida para su desayuno y que de paso quedara algo para Bucky, quién aún dormía tranquilamente en su recámara.

Se puso la ropa más presentable que tenía: una camisa blanca, la corbata que hace un par de años utilizaba, un traje gris oscuro y sus mocasines; y a las 8 en punto ya estaba de camino a la entrevista.

Hace poco y antes de que el tiempo límite de mandar las solicitudes se terminara, pudo enviar la suya por medio del correo. Dos días más tarde, recibió la confirmación para que se presentará en el lugar y la fecha que el nuevo papel le indicaba.

Subió las escaleras del metro, y esperó a que el vagón llegara. A decir verdad, el sitio donde sería entrevistado estaba algo retirado de dónde él vivía, pues tendría que viajar desde Brooklyn hasta Nueva York. El recorrido era más o menos de 43 minutos, así que desde la estación en la que se bajaba sólo caminaría hasta la dirección señalada.

El rubio sabía que no sería el único en pedir el trabajo y que por lo menos habrían unas cincuenta personas o hasta más; así que lo mejor era llegar con tiempo. Sin embargo, lo que nunca previó era que el tren tuviera problemas en varias de sus líneas, lo que lo retrasó aún más. Tardó una hora en ir y venir de un lado a otro para llegar a su destino, pero lo peor aún no pasaba, pues cuando estaba por cruzar una calle, observó a unos hombres asaltar y herir a una anciana.

Steve había visto el momento exacto, quiso correr hacia los maleantes, pero la mujer cayó al suelo ante la brusquedad de los hombres; la ayudó a levantarse, algunos oficiales que se acercaron a ellos debido al alboroto, llamaron a una ambulancia y el rubio al haber sido uno de los testigos del suceso, tuvo que ir hasta la estación para que le tomaran su declaración.

Fue así que sin quererlo, perdió otra hora y media en ese lugar, todo por la falta de organización del policía que prefirió tomar un par de tazas de café antes que atenderlo. Al salir, tuvo que tomar un taxi que lo llevara hasta el sitio de la reunión. Sólo esperaba que no hayan terminado aún.

Pagó la tarifa, bajando rápidamente del auto, sin siquiera fijarse en la casa, cuando entró le hicieron firmar un papel que leyó muy poco; corrió hasta donde le dijeron era el despacho, y tomando una bocanada de aire, tocó la puerta.

Seguido de eso, las cosas fueron confusas, pues hasta tomó asiento, reaccionó.

Estaba frente a Tony Stark. Había sido él quién le preguntó su nombre, y el que lo dejó pasar.

—¿Qué fue lo que te retrasó?— le cuestionó el moreno una vez que ayudó a la mujer con su silla y él se acomodó a su lado en otra.

—Una señora fue asaltada a pocos metros de aquí y me pidieron que dijera lo que había ocurrido. Pero se tardaron demasiado y no podía irme sin testificar.

Tony asintió mirando la carpeta que Pepper le pasó segundos atrás con la información del chico.

—Así que eres estudiante de Bellas Artes en Brooklyn.

—Sí— le respondió Steve al moreno.

Steve no sabía cómo denominar o llamar a aquél momento tan...extraño, y se preguntó si acaso él era el que requiriera de un cuidador.

—¿Qué hacías en tu antiguo trabajo? Tienes una muy buena referencia pero no dice el motivo del porqué lo abandonaste.— le comentó Pepper.

—Era mesero y a veces ayudaba en la cocina. El dueño ya es grande y el local casi no era visitado.

—¿Cocinas?— le habló Tony

—Sí.

—¿Sabes lavar ropa, preparar un biberón, cambiar un pañal y atender a un bebé?

El sexy niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora