¿Una fiesta?

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Solté un suspiro que llevaba conteniendo hace un rato. Estaba sentada en el borde de mi cama con los codos en las rodillas y las manos en mi pelo.

— ¿Siguen peleados? — espetó Jimin sobresaltándome en el marco de la puerta.

— ¿Aún sigues aquí? ¿No tienes casa? — pregunté con cansancio.

— ¿Por qué no se reconcilian de una vez? — insistió dejándose caer en mi cama.

— Jimin, ¿me estás escuchando?

— Hagan las paces de una vez, toda esta tensión me está matando.

— Vale. Vete a tu casa.

— Sí sí, luego. — dijo levantándose y marchándose de la habitación.

¡Ah! Y tenía razón. Toda esta tensión también me estaba matando.

Me levanté de la cama y me dirigí al salón, sentándome al lado de Jimin en el sofá.

— ¿Qué debería hacer?

— Simplemente arreglen todo esto. También es cansado estar en casa ajena todo el día, ¿sabías? — dijo llevándose una galleta a la boca.

— ¡Pues vete! ¿Quién te ha dicho que estés en mi casa todo el día?

— Verás…Yo soy una buena persona, y como buena persona y amigo que soy, no he querido dejarte sola. Seguramente estarías muy triste — bromeó llevándose la mano a la zona del corazón.

— Mentiroso. Sólo quieres comerte mis galletas — protesté entrecerrando los ojos.

— No es eso… — susurró.

— ¿Los demás no te dejan estar en su casa?

Se encogió de hombros y asintió. Acompañé su gesto con una sonora carcajada. Había adivinado y lo dije completamente a boleo.

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Ya era de día, y de los nervios me desperté media hora antes de que sonara la alarma.

¿Cómo iba a afrontar todo hoy? Las marcas, arañazos y moratones de golpes seguían en mi cuerpo y yo ya no podía mentir.

Miraba mi móvil una y otra vez con la esperanza de ver un mensaje de Ho Seok, pero no había ninguno.

¿Qué debía hacer? Yo sabía que él no tenía la culpa, pero aún así me dolió cómo me trató en aquel momento.

Después de un gran rato meditando e intentando buscar soluciones, empecé a prepararme y me fui camino al instituto.

Entré tras el gran portón graffiteado y pude divisar el gran patio, los bancos desgastados, los estudiantes medio dormidos y la puerta principal del instituto.

Resoplé con nerviosismo y froté mis manos al verle ahí.

Ahí estaba él. Acostado en un banco durmiendo. Seguramente iba a saltarse la primera hora.

Vale, sólo tenía que actuar normal. Normal.

Me acerqué a él lentamente mientras mordía mi labio con fuerza. Mi corazón latía nervioso.

Caminé hasta colocarme delante de él.

— Hola —susurré con un hilo de voz.

Abrió los ojos y me miró extrañado. Levantó su espalda y se sentó.

— ¿Qué quieres? — preguntó con enfado sin mirarme.

— Yo… — tartamudeé. — …Yo sólo…

«Sólo a ti» | BTS J-HOPE Y TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora