El curioso hilo rojo del destino III

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(O de cuando Do Kyungsoo verdaderamente metió la pata hasta el fondo)

De todas las cosas que había hecho en la vida, Kyungsoo jamás se había arrepentido tanto de ninguna como lo hizo aquella noche, cuando, ordenando los materiales que había utilizado en el sótano, descubrió que había lanzado el hechizo equivocado.

Maldito fuera su estúpido primo quien lo distrajo mientras marcaba la página la tarde anterior.

Había metido la pata, y la había metido hasta el fondo.

Pero culpar a su primo por llamarlo a comer en un momento inoportuno (a su abuela por preparar la comida demasiado temprano o a su estúpida y remilgada familia sólo por existir) definitivamente no resolvería el problema. 

El error había sido suyo. 

Se distrajo, leyó el conjuro equivocado y terminó condenándolos a todos.

Debió haber adivinado que había hecho algo mal cuando, al finalizar el ritual, sintió un asfixiante tirón en el pecho y escuchó como su pobre, dulce e indefensa sombra se retorcía de dolor.

Joder... pero qué estúpido había sido.

Kai era un ente extremadamente fuerte, un familiar de primera categoría, único en su especie. Realizar un hechizo tan simple no debería afectarlo en lo más mínimo, sobre todo porque no había requerido de sus poderes espirituales para hacerlo.

Al escucharlo gemir se asustó porque nunca, en sus escasos 15 años de vida, su sombra había reaccionado de esa manera ante alguno de sus maleficios o conjuros, y que un hechizo tan sencillo lo lastimara debió haberle advertido que algo no estaba bien.

No lo hizo

El quejido se fue tan rápido como llegó, el dolor en su pecho desapareció casi al instante. Fue tan efímero que incluso creyó que lo había imaginado. Grande fue su sorpresa cuando tomó el libro de conjuros y se dió cuenta de lo que había pasado.

Sí le había hecho daño... había lastimado a su sombra.

No, no, no, no, no —repitió en su cabeza sin parar. Soltó el libro, haciéndolo caer estrepitosamente contra el suelo y se cubrió la boca con ambas manos— ¿Qué es lo que he hecho? —se cuestionó al borde del llanto.

—¡Kai! —chilló al ver cómo su propia silueta se agitaba de forma incontrolable sobre la pared.

Kai era un demonio, o eso es lo que diría un humano común y corriente si lo viera, ya que para muchos, el desventurado y repudiado Kai no era "agradable a la vista".

Lo cierto es que la criatura, aunque oscura, no era más que la representación física de los poderes de Kyungsoo; un niño que nació con tanta magia en su interior que ésta, al no encontrar suficiente espacio dentro de su pequeño cuerpo, se filtró a través de él y poseyó lo primero que se topó en su camino: su sombra.

La cosa era aterradora, a decir verdad. Era un conjunto de todo lo feo que había en el mundo. O al menos eso era lo que decían sus padres, ya que ninguno podía ver lo que Kyungsoo veía.

Un niño.

El pequeño Kyungsoo no era tonto, sabía que las sombras eran una porción de oscuridad que surgía allí en donde la luz era obstaculizada; una proyección invertida del objeto que bloqueaba la luminosidad; un reflejo, un efecto lumínico. Pero para él, su sombra siempre había sido alguien más.

Ahí en donde los otros veían una reflexión opaca de su propia corporeidad, él veía a un niño un tanto más chico que él mismo. Un pequeño que, en contraste con su piel excesivamente blanca y enfermiza, poseía una tez oscura y hermosa, del color del chocolate.

We Can Call It: "Extra" «I Call It Series 3.5»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora