El Arcano

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Los gritos no tardaron en llegar del pueblo, el monstruo había llegado, el grupo volvió con apuró, si la criatura había devorado tan rápido a la víctima, no cabía duda que mataría antes que ellos llegasen.

El monstruo comía a una mujer arrancándole el brazo, dos hombres con lanzas arremetían en su contra, sin mucho esfuerzo quebró las armas, un grupo conformado por Isaac y diez hombres apuntaron sus flechas a la bestia.

—¡Fuego! —el grupo dejó caer la lluvia de flechas, la mayoría le dieron pero parecían no haberle causado daño.

—¡Ataquen! —Effer no había perdido el tiempo, el tenía un grupo de quince hombres a caballo y diez más a pie, la gran mayoría con hachas y otro poco con espadas.

Los caballos cargaron en su contra, la criatura se puso de pie mostrándose imponente, Effer le dio un corte en el hombro al no poder llegar a su garganta, un golpe en el hacha llegó a su pecho, este retrocedió, los demás caballos venían a todo galope, con pocas opciones se lanzó contra un caballo, tirando a su jinete, el cual es aplastado por las patas de otro caballo, el caballo es tirado al suelo, provocando que el resto de caballos chocará entre si, algunos también cayeron, en el caos también se vieron envueltos los hombres que iban a pie, siendo aplastados o tirados al suelo, la nieve solo se teñía de rojo, la bestia tomo con sus mandíbulas a un caballo, llevándoselo consiguió.

Shawn y su grupo llegaron tarde, solo vieron el brutal escenario que dejó atrás el monstruo, contando un total de cinco muertos y doce heridos, cuatro caballos murieron y dos más tuvieron que sacrificarse.

Se organizó una junta para tratar el tema del monstruo del bosque, aún pese la nevada casi todo el pueblo asistió, teniendo bien en claro que no podían huir debido al temible clima.

—Necesitamos saber con qué tratamos — declaró Robert ante la siniestra amenaza.

El silencio reino por un momento, solo se apreciaban miradas curiosas entre los presentes, pero un hombre de aspecto cansado levantó la mano.

—Yo fui uno de los testigos, vi la masacre que provocó y lo que era —su voz rasposa temblaba al hablar —es un hombre lobo, un licántropo, una entidad feroz de gran fuerza y casi invencible.
Todos los reunidos se alteraron murmurando unos entre otros.

—¡Basta! ¡Dejen hablar al hombre! Dinos quién eres— ordenó el señor del pueblo.

—Yo soy Norton, un Arcano y veo aquí mi papel, este licántropo fue un humano hasta ser convertido en la bestia que vimos— explicaba el misterioso hombre.

—Si se trata de un hombre convertido ¿Cómo podemos matarlo? —el jefe del pueblo era el único que preguntaba, pero Oswald y Jeff parecían tener cosas que preguntar.

—Existen dos medios para matarlo, pero solo uno nosotros podremos usar —su respuesta dejo más preguntas pero antes que alguien pudiese formularlas el continuó— Plata santificada por el fuego de los Azther*, un hombre de fe puede hacerlo, tiene que llegar a su corazón o su cabeza, pero solo funciona si es un convertido por el primer licántropo, de no ser el caso nos será imposible acabar con esta pesadilla.

*Nota del autor: Azther es uno de los cuatro deidades de este mundo, fue uno de los fundadores del reino, sus descendientes reinan el sur manteniendo a raya a los cinocefalos de invadir.

—¡¿Cuál es la otra opción?! —interrumpió Shawn — hablaste de otra opción.

—Asi es, pero dudo que podamos usarla, debido a que se necesitaría a un pariente de sangre —conto el arcano— debido a que se trata de una maldición pagana, solo puede ser usado la sangre pura de su casta para darle fin.

—¿Qué clase de pagano dejaría caer tal maldición de muerte sin fin? —cuestiono Oswald a Norton, este desconocía los detalles.

—¡Lobos! —grito un hombre encapuchado que recién se unía a la reunión, detrás de este tres encapuchados más bajos estaban —mi padre fue atacado por cinco lobos, luego de ello cambio, se volvió más rápido, más fuerte y con una enferma hambre.

—¿Cinco? Eso aclararía su inmensa hambre— musitó Norton.

Se descubrió revelando su identidad, se trataba de Lewis, Oswald le reconoció de inmediato y a la par la identidad del monstruo, provocando por la ira desenfundo su arma.

—¡Todo esto es tu culpa! —exclamo apuntando con su espada al joven — ¡Si tú no hubieras estorbado yo le habría matado!

—Si, si yo no hubiera estorbado mi padre no se hubiera acabado el alimento en el bosque, ni atacado a tantos hombres, nadie se hubiera visto afectado por su maldición— sus palabras retuvieron el ataque del hombre, pero todos los demás pueblerinos tenían a una figura a la cual culpar y atacar.

La turba enfurecida sujetaron a los encapuchados y a Lewis, intentaron librarse de ellos pero solo provocaron más su enojo, ellos empezaron a golpearlos y amedrentarlos, en poco tiempo los tuvieron arrodillados y ensangrentados.

—¡Suficiente! —ordeno Oswald interponiéndose entre ellos y los pueblerinos.

Le siguieron los guerreros, junto con Jeff, Isaac y Effer.

—¡Basta! ¡¿Acaso serviría de algo matar a los que pueden acabar con esta desgracia?! —las palabras de Robert calmaron la ira de la gente.

El arcano se acercó a los ensangrentados, observó a uno en particular retirandole la capucha, era Diago el tenía una apariencia desagradable, su ojo izquierdo se había sumido, dejando a su alrededor una mancha negra, la esclerótina estaba teñida de  rojo.

—La marca del lobo —concluyo Norton.

—¡Deja a mi hermano! —dijo su hermana la cual abrazo a Diago.

—Vengan con nosotros, prepararemos todo para el siguiente ataque de su padre —ordeno Shawn, ellos hicieron caso dirigiéndose a su cabaña, donde los acompañaba el arcano, Jeff, Isaac y Effer, junto al jefe de la aldea y sus dos guardias.

Ya dentro Robert le pidió al arcano detalles sobre el método para matar al hombre lobo.

—Si es el primer licántropo, sus descendientes deben bañar la plata bendecida en su sangre —contaba Norton —ellos mismos deben dar fin a la vida del monstruo, solo sus lazos, su sangre y su acción pueden romper la maldición de la dama de plata.

Todos en la cabaña miraron a los jóvenes, esperando su respuesta.

—Lo haré, cómo su primogénito debo encargarme de mi familia —respondió Lewis decidido de su actuar.

—Si, daré fin a la vida de la criatura— en la voz de Diago se notaba su resentimiento.

Wilmore solo asistió sin levantar la cara y su gemela miraba el piso con pena.

—Para mi es suficiente, preparemos el plan — dijo Shawn sobre el mapa del pueblo.

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