La Última Flecha

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—¡Joven Dorian! — se escuchaba la voz imponente de un hombre, el cual portaba una espada en manos.

Varios guerreros estaban presentes rodeando a su general, en espera de presenciar el acto prometido a su llamado, el círculo se abrió dando paso a un joven en harapos, estaba bastante magullado, la sangre seca adornaba su cabeza, un ojo morado y aún inflamado, su labio inferior estaba roto, tenía las manos amarradas, pero aún sin ellas el joven carecía de la fuerza para resistirse. Dos hombres empujaban al joven con saña.

—¡Se le encontró intentando desertar de la armada de Long-Song! — al terminar todos los guerreros gritaron al unísono.

¡¡¡CORTA ES NUESTRA VIDA, ETERNA TU CANCIÓN!!!

—¡Lo que se paga con la muerte por decapitación! — prosigo al terminar de honrar a las tierras del este.

Dorian fue llevado en medio, junto al general, al ser tirado por los guardias el pudo ver qué la espada para su ejecución era una sin filo, no pudo evitar sentir miedo.

—Acepta tu penitencia y… talvez me apiade, resignado solo espera el tajo fatídico sobre su cuello, con la mirada hacia el suelo — buen chico.

Con fuerza y rapidez levanta y descarga la espada sobre el cuello de Dorian, recibió el golpe pero no fue capaz de cortar su cuello por la falta de filo, el joven cayó al suelo gritando de dolor, el general volvió a levantar la espada y repitió el mismo proceso, sin conseguir decapitarlo, todos los guerreros miraban el cruel espectáculo, solo uno miraba con enfado lo ocurrido, era su padre, Shawn, tras tres intentos más interfirió con la penitencia.

—¡Suficiente general! ¡Acabe con esto de una vez! — exigía dolido al ver a su hijo temblar de dolor.

—Esta bien, pero tendrás que ser tú, saca tu espada y acaba con el traidor — Shawn no podía creer lo que escuchaba — ¡Adelante o continuaré!

Con dolor desenfundo su espada, miro a su demacrado hijo, el cual lo vio, con una expresión de compasión, con lágrimas recorriendo su rostro alzó su espada.

—¡Perdóname! — con un solo corte la cabeza de su hijo se separó, al verlo no pudo hacer más que gritar horrorizado por su acto.

—El dolor nunca desaparecerá, no importa que, mi pecado por no salvar a mi niño me perseguirá — Shawn miraba atentó a Diago, el cual se encontraba haciendo de carnada— pero no fallare, daré mi vida de ser necesario.

El aullido sonó por la montaña, todos estaban nerviosos la llegada del monstruo, se escuchaba como la nieve era arrojada por el violentó andar, hasta que llegó a la cima, Diago se sorprendió al ver a la bestia ahora de un pálido color, pudo notar a simple vista su ausencia de humanidad, solo era puro instinto con un imparable deseo de hambre.

—¿La sangre te ha llamado? O ¿A sido el hambre? — musitó para si mismo, sin dar tregua se arrojó contra el adolescente, Wilmore salió detrás de la roca de su hermano, con su arma en mano y disparo.

La bestia evito el golpe en el cráneo, pero dio de lleno a su pecho, derribándolo antes de llegar con su hermano, Diago se retiró al ver cómo la criatura se retorcía expulsando humo de su cuerpo, el tamaño del licántropo se redujo y el humo formó la imagen de un lobo, el cual pareció retirarse hacia él sol.

—¡El plan funciona! — exclamó Diago al ser testigo de aquel increíble suceso.

El licántropo se incorporo de nuevo, Wilmore se había relajado al ver el humo, olvidando tomar la siguiente flecha, la criatura fijo su mirada en el niño arquero, Diago vio allí una oportunidad, Shawn por el contrario, vio como el joven caía en su trampa, el licántropo fingió ignorar al joven, para que esté se acercara a su rango de alcance, las garras del monstruo estaban listas para ir al ataque.

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