El Camino Elegido

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Wilmore sacaba la daga de plata de su hermano Lewis, su gemela rubia se escondió detrás de él, el grupo de hombres parecían darles risa ver semejante acción.

—Debo ser fuerte ¡Debo proteger a mi hermana! — declaró llenó de coraje.

Los hombres guardaron sus armas, tenían la intención de hacerles daño sin la necesidad de algún arma, esto inquieto al niño, los rodearon dejándolos en una esquina.

—Hermano… — se sujeto con fuerza de la espalda de Wilmore.

—No lo veo… no veo la forma de escapar de este predicamento… — sujeto con frustración la daga, al verla recordó a Lewis — ¡No puedo darme por vencido! ¡El no lo hizo! ¡El se enfrentó a la muerte! ¡Y de ser necesario lo haré también!

Sin miramiento se fue contra el grupo invasor, pero la ventana se rompió, dejando ingresar a un convertido, su apariencia era más monstruosa casi toda su cara estaba transformada, dejando sus ojos y parte de la boca sin cambiar, el resto era peludo y salvaje, sus brazos estaban alargados, pero sin pelaje, en su hombro izquierdo se encontraba un hacha clavada, sus manos cambiaron por garras, las cuales tenían sangre, sus ropas quedaron hechas harapos, el crecimiento anormal de sus músculos fue el responsable, posó su mirada hacia el grupo desarmado, Wilmore tomo la mano de su hermana y escaparon en el momento que el ser maldito atacó a los hombres, la niña vio como aquella monstruosidad desmembraba al grupo, como la sangre volaba junto con brazos y manos, algunos intentos de resistencia se daban, algunas espadas apuñalaron al deforme, pero ninguna fue un ataque letal.

—¡Solo huye! — pedia Wilmore saliendo de la cabaña, el exterior no era mejor, peleas sin sentido, cadáveres vistiendo la nieve, el niño miro a su alrededor, debía encontrar un lugar donde pudieran tener ventaja.

—Hermano, traje tu arco y tus flechas — la noticia le dio ánimos, no se percató cuando lo hizo, pero ahora sabía a dónde ir.

—Gracias hermana — tomo sus armas y continuó — debemos subir al techo.

Con apuró treparon un árbol cercano pasando de este al techo de una de las cabañas, Wilmore le entrego la daga a su hermana.

—Espero no lo uses, pero de ser necesario no dudes — la pequeña asintió con la cabeza, sentía una amarga sensación de que pronto tendría que usarla.

—Veintidós flechas, solo eso — se repetía con el arco tensado, preparado para disparar a cualquier clase de enemigo.

Dos convertidos aparecieron, ellos estaban casi en su forma bestial, a uno le faltaba transformar su cabeza y el otro los brazos, ellos vieron a los niños en el techo, avanzaron pero se encontraron con dos pueblerinos, uno de ellos era Effer, estos dos hombres tenían arañazos por todo el cuerpo. Levantaron sus hachas, tenían la clara intención de matar a las bestias.

—Vamos Urly, otros dos — las hachas de Effer rebosaban de sangre aún así pelearon.

Las hachas golpearon al enemigo, la bestia con cabeza humana interpuso su brazo izquierdo, pero las armas no fueron capaces de quitarle la extremidad, esto tomo por sorpresa a Effer y lo dejo en una pésima posición.

—¡No! — el grito salió al ver cómo la otra garra iba por su cabeza.

Una hacha vuela en contra del monstruo, el golpe casi logra cortar su garra por completo, solo queda colgando de su piel, con fuerza Effer tira de sus hachas, liberándolas del brazo del licántropo y enterrándolas en el cráneo aún humano del hombre maldito.

—Gra… — intento agradecer la ayuda recibida, pero Urly estaba siendo devorado por la otra bestia, se había sacrificado por su compañero — ¡Bastardo!

La criatura notó su presencia y no dudo en ir en su contra, Effer se dejó llevar por sus sentimientos olvidando que sus armas estaban totalmente inservibles, las feroces fauces de la bestia se abalanzaban sobre el hombre, pero una flecha impacto su cráneo, desplomándose en el acto.

—¿Qué? ¿Qué fue eso? — no tardó mucho en ver a Wilmore y a Greta.

—El viene hermano — anuncio con temor Greta.

—No temas es un buen hombre — eso dijo pero la verdadera razón por la cual lo salvo fue por no querer ver morir a nadie delante de ellos.

—¡Ustedes son los hijos del hombre maldito! ¿verdad? — la niña temió al oírlo.

—Si — respondió sin bacilar Wilmore.

—¡Perfecto! Ustedes cúbranme yo lidiare cara a cara con los convertidos — Effer tomo del suelo un hacha y un escudo de madera manchado con sangre.

Tres figuras aparecieron detrás de una casa, eran hombres, no portaban armas, peo su andar era raro, Effer los miro detenidamente, pero Wilmore pudo notarlo antes gracias a su excelente vista, fueron mordidos, caminaban lejos de la matanza.

—¡Fueron mordidos! — aviso Wilmore, su arco temblaba ante la decisión de atacar o no.

—¡¿Qué esperas?! ¡Están en tu alcance! — Effer comprendió que Wilmore aún era un niño, no podía atacar si aún lucían humanos, tras ello solo pudo decir algo — ¡Joder!

Fue en su encuentro caminando entre los cadáveres, pero llamo la atención del convertido, del que les dio la oportunidad de escapar a los niños. La bestia salió de la cabaña ansiosa de comer al pueblerino, Effer no estaba bien parado, pisaba cadáveres y para colmo venía de su derecha, su arma estaba en la mano izquierda, no tenía tiempo para atacar, levantó a tiempo el escudo evitando su mordida pero el choque fue inevitable, lo mando a lejos, cayendo sobre varios cadáveres, el impacto fue grande su escudo se quebró y su brazo colgaba.

—¡No! ¡Joder no! — Effer pudo notar que su brazo tenía que ser acomodado, pero el tiempo escaseaba.

La criatura maldita se tambaleaba debido al fuerte golpe, apenas logro mantener el equilibrio una flecha golpeo su pecho y de forma inmediata sus venas alrededor de la flecha ennegrecieron, miro a Wilmore, pero este soltó otra flecha golpeando su peludo cuello, su apenas creciente pelaje dejaba ver cómo sus venas seguían hinchándose, solo se retorció en agonía hasta morir.

—¡Hermano! ¡Mira! — señaló Greta a los hombres malditos, ellos rodearon a Effer.

Un cuarto hombre apareció en escena y sin miramiento los atacó por la espalda, el arma atravesó el pecho de uno, luego decapitado a otro, sus movimientos eran rápidos, sin duda reflejaban sus años en combate, por último el tercero se arrodilló pidiendo perdón, solo recibió la espada en su pecho, allí la dejo pues había quedado inservible tras acabar con varios enemigos. Effer reconoce al hombre cuya ayuda lo salvo, este le extiende su mano y levanta a Effer.

—Fue una sorpresa volverte a ver  Oswald — el segundo mejor guerrero seguía vivo, solo con una venda que tapaba su ojo perdido en batalla con Lewis.

—Es un día lleno de sorpresas inexperto guerrero — Oswald miraba los alrededores en búsqueda del arquero, entonces lo vio al hijo de Gregor.

SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora