Resolución absoluta

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—Mi padre solía tener un dicho, “la sangre llama” — se decía un pensativo Wilmore.

—Recuerdo muy bien como a temprana edad jugaba con Diago, sin darme cuenta me adentre al bosque perdiéndome en su inmensidad, tenía mucho miedo al caer el sol, pero fue entonces que unas pisadas detrás de mí me hicieron voltear, descubriendo a mi padre, a Gregor con una sonrisa de satisfacción —recordaba muy bien aquel momento, el alivio de su rostro, la calma que radico en él.

—Me sorprendió, pensé que moriría allá afuera así que le pregunté ¿Cómo pudo encontrarme en ese gran bosque? Y el me contesto con aquella frase suya, o tal vez de la familia, del padre de su padre, al padre de su padre, su famoso: “la sangre llama” —Wilmore miraba aterrado la noche tras aquel aullido.

—Desde entonces yo creí en su palabra, lo comprobé al ver a mi padre convertido en una bestia salvaje, cuando mato a todos nuestros animales y a la prometida de Lewis… —se le complicaba su respiración en pensar en aquella atroz noche y más al saber que está era la continuación.

—El me volverá a encontrar… me encontrará no importa donde esté, no importa cuántos se interpongan, el me comerán… —el chico sentía una penetrante mirada atreves de la ventana.

—¡Es el momento! ¡A las armas! —exclamo Shawn levantando su espada, el grupo salió armado, Norton y Wilmore salieron de últimos.

Los pueblerinos salieron de sus hogares con la nevada sobre ellos, la bestia corría a toda prisa dejando atrás una gran estela de nieve, los arqueros subieron a los techos de las cabañas, el resto de hombres se reunió formando una barricada, estando al frente todos los hombres con espadas y hachas, luego estaban los hombres de lanzas, los cuales se preparaban para entrar en acción.

—¡Arqueros a mi señal! —exclamo Shawn tomando el liderazgo del número grupo.

La bestia se acercaba a un ritmo impresionante, Wilmore observaba detrás del grupo de combate, junto a Norton, escondiéndose tras un árbol.

—¡Fuego! — levantó su espada siendo la señal del ataque.

Los cincuenta arqueros soltaron una mortíferas lluvia de flechas, pero la verdad tras el pedido a los herreros era que ellos le habían dicho al jefe Robert que carecían de la enorme cantidad de tan valioso material, si bien podían hacer unas cuantas e intentarían darles una capa de plata a las armas, sin contar que el trabajo era casi gratis pues el pueblo no disponía de tanto dinero, Robert se guardo ese hecho para si mismo, ya que eso le permitiría tener mas alimento, dejando a los pueblerinos y a los guerreros en la ignorancia. El ataque cayó sobre el licántropo, varias flechas  adornaban su cuerpo, la bestia tambaleaba, pero de la estela de nieve salieron cuatro bestias mas, ellas llegaron al muro de guerreros.

—¡Mierda una emboscada…! — se decía Shawn frustrado —debí imaginarlo, son lobos…

—¡Lanzas! — ordenó Shawn listo para encarar a los monstruos — ¡Podemos con ellos!

Dos aullidos sonaron detrás del grupo, tres licántropos los habían flanqueado, las bestias habían hecho un ataque en pinza, la defensiva de Shawn fue hecha pedazos, los hombres lobo acabaron con la formación, solo se veía como hombres salían volando al ser lanzados por las mandíbulas de los licántropos, algunos hombres se quedaron a pelear, pero entre el pánico algunos caían y eran aplastados por los demás.

—¡Vamos rápido! —exclamo el arcano al ver cómo el plan fue superado por los monstruos.

Wilmore no dudo y corrieron entre la multitud. Lewis corría hacia una de las bestias, ella devoraba a un hombre, sin desaprovechar la oportunidad atacó apuntando al cuello, el licántropo se dio cuenta de su presencia, fue tarde el arma se enterró en su cuello, el monstruo se irguió retirándose la lanza  con sus garras, pero de su herida sus venas se empezaron a inflamar y adquirir una tonalidad negruzca, su lanza era de plata, la criatura comenzó a retorcerse mientras sus venas sobresalidas seguían avanzando por todo su cuerpo.

SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora