La Despedida

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—¿Cómo es posible? ¿Cómo fue que acabo de está manera? — Wilmore se preguntaba a si mismo, mientras permanecía tirado de en la nieve, llenó de cortes profundos, le preocupaba no poder mover sus piernas, su arco no estaba muy lejos de él, al igual sus flechas, el sonido de la batalla llegaba al niño, el silbido de las sedientas espadas en búsqueda de sangre para saciar anhelo, estos eran acompañados de los gruñidos de la bestia — esto debe ser una mala broma las deidades.

Once horas antes.

—Lo acepto hijo — sin levantarse alejó a Diago, realmente aceptaba su fin — me haces sentir orgulloso que no solo heredaste mi apariencia.

—Padre no… no puedes — musitó Diago incrédulo al saber que volvería a perder a su padre, Shawn solo miraba como reaccionaba el adolescente.

—¡Papá! ¡No me dejes otra vez! — exclamaba entre lloriqueos la gemela de Wilmore, ella intento ir con él, pero le detuvo al levantar su mano.

—Es mejor de está manera, no quiero terminar hiriéndolos — su voz flaqueaba de tan solo recordar las vidas arrebatadas — yo puedo recordar todo lo hecho como la bestia…

La mirada devastada de Gregor conecto con su ahora hijo mayor Diago, eso era demasiado para este, Shawn le tomo del hombro, demostrando su incondicional apoyo.

—Fui un tonto al buscar venganza por lo que nos… no, por lo que me hiciste — Diago dejo desbordar su corazón, esto tomo por sorpresa a Gregor — solo quiero tu perdón…

Los ojos de Gregor se humedecieron, se sentía feliz, lo que volvía más amarga su despedida.

—No debes cargar con este dolor, ninguno de ustedes, pero lo sabemos ¿cierto? — el hombre lamentaba el tener que dejar a sus hijos solos, en aquel cruel mundo — solo ustedes pueden matarme.

Wilmore no podía dejar ir la flecha, deseaba fehacientemente detener sus palabras, pero comenzaba a perder la voluntad.

—¡Eres mi padre! ¡¿Cómo?! ¡¿Cómo se supone que haga esto?! ¡Yo…! — el gemelo dejo caer la flecha y bajo su arco, para murmurar — lo lamento Norton… no puedo.

—No, no dudes ahora — Gregor no podía creerlo, su pequeño hijo era su única esperanza.

—¡No! ¡No puedes detenerte! ¡Debes terminar esto aquí y ahora! — replicaba Oswald zarandeando al niño.

—Si vive, todos las personas sacrificadas habrán muerto en vano… — el guerrero tuerto cae arrodillado ante su incapacidad de hacer algo al respecto.

Unos frenéticos pasos resonaron por toda la cueva, todos miraron incrédulos lo ocurrido, solo miraban sin poder articular alguna palabra, todo parecía tan irreal, como si la cordura hubiera escapado de aquella alejada cueva, Gregor miraba su pecho, tenía un arma penetrándolo, su cuerpo reaccionó, sus venas saltaron en un tono negro, el padre miro a los ojos a su ejecutor, el jamás pensó que sería él, pero sentía que era ideal morir por la daga de plata .

—Esta bien, todo estará bien Greta — lentamente le acarició la mejilla, secando sus lágrimas y si más cayó muerto.

—Lo siento, lo siento papá… el señor Effer murió por nosotros, incluso el viejo arcano y mi hermano Lewis… — soltó su llanto, Wilmore y Diago la abrazaron.

SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora