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Jungkook miró por el espejo retrovisor del coche al muchacho que debía trasladar del centro de reuniones de la familia Kim hacia su mansión ubicada en una zona un tanto alejada de la ciudad. No era la primera vez que veía a Taehyung. De hecho, desde hace más de medio año tenía en la mira a él y toda su familia, investigando su pasado, sus propiedades, sus oficinas y hasta sus mínimos movimientos. Ello ayudó a que él y toda la mafia que estaba por detrás pudieran acabar con la vida de su padre, el magnate Kim Hyun. El objetivo principal era acabar con toda la familia Kim y su reinado de dinero y empresas que eran la clara competencia de su clan.

Ajustó sus gafas negras sobre su tabique mientras lo volvía a mirar más detenidamente por el mismo retrovisor. El semblante serio y algo triste de Taehyung mostraba su concentración en sus pensamientos. Tenía un mundo sobre sus hombros. Sólo habían pasado tres semanas luego del asesinato de su padre, situación de la que él pudo salir con vida sólo con algunos rasguños físicos pero una herida que jamás sanaría en su corazón. Su padre se había interpuesto entre él y el sicario para recibir los balazos que también iban dirigidos a Taehyung. Su padre lo había salvado y ahora él debía hacerse cargo de todos los negocios a muy corta edad.

El coche giró hacia la derecha en un cruce y el movimiento brusco hizo que Taehyung fijará su vista adelante en ese momento luego de haber estado todo el tiempo concentrado mirando a su móvil, específicamente a una fotografía de su padre.

-Ten cuidado... -gruñó malhumorado frunciendo el ceño y dándose cuenta de que quien lo llevaba no era el mismo chófer que siempre lo trasladaba.

-Lo siento mucho, señor -se excusó Jungkook con una voz melosa.

-¿Quién eres? -preguntó toscamente

-Mis disculpas, señor. No me presenté debidamente. Me llamo Jeonyun, soy su nuevo chófer -intentó sonreír viendo una vez más por el espejo.

-Ah, sí. Heonjoon me dijo que empezarías hoy -soltó el mayor malhumorado.

El silencio volvió a apoderarse de ese automóvil mientras Taehyung miraba a través de la ventana velada el paisaje que miles de veces había visto desde que era niño, muchas de esas veces junto a su fallecido padre.

Antes de llegar al camino principal que llevaba a la mansión Kim, Jungkook pudo ver claramente cómo una lágrima resbalaba por la mejilla del rostro enojado de Taehyung. Un rostro demasiado perfecto para ser real, según pensó el menor. "Perfecto niño mimado" gruñó Jungkook internamente.

-Hemos llegado, señor -avisó Jungkook suavemente

Sin contestar nada, ni siquiera aceptar que el personal de su mansión le abriese la puerta, Taehyung salió del vehículo rápidamente para entrar por fin y tener paz por un momento. Jungkook se quitó las gafas oscuras, pues ya la noche caía sobre la ciudad.

Namjoon, su hermano mayor, cuyo nombre para todos era Heonjoon, y también infiltrado en la mansión de los Kim como jefe de la servidumbre desde antes del primer atentado, le había dicho que su reciente puesto necesitaba estar en la mansión durante todo el tiempo que Taehyung estuviera ahí, porque en cualquier momento podría ocurrírsele salir.

Jungkook entró en la residencia con un tiempo de espera considerable luego de Taehyung. Tras saludar a los empleados y ser presentado por Namjoon, que esperaba dentro, Jungkook se dedicó a mirar con más detenimiento la mansión que por mucho tiempo ya había conocido por fotografías y videos por todos los planes que había hecho con su clan. Tuvo muchos infiltrados en el pasado, pero tras el fracaso al acabar con toda la familia Kim, Jungkook decidió hacer las cosas por su propia mano. Su hermano Namjoon y su padre lo pensaron seriamente por el riesgo que este plan tenía, pero accedieron al fin.

Sin duda que ver la mansión en vivo era totalmente distinto a conocerla sólo por los planes. Era inmensa, lujosa y con mucha clase. Jungkook pasaba su vista y sus dedos por las telas finísimas que cubrían los sofás pensando cómo alguien tan altanero y mimado como Taehyung tenía la suerte de vivir todo eso. Seguramente nunca conoció la pobreza y sufrimiento que Jungkook vivió cuando era niño y adolescente. Justamente esa situación en la que se encontraba su familia forzó a su padre a unirse a la mafia coreana y pronto se convirtió en su cabecilla, arrastrando con él a sus dos hijos cuando fueron lo suficientemente mayores para ser parte.

Jungkook se sobresaltó cuando una empleada entró en el salón gigante donde se encontraba y prometió no volver a perderse en sus recuerdos para no bajar la guardia de esa manera nunca más.

-¿Señor? - la empleada lo llamó mostrando el ceño fruncido al encontrarlo en ese lugar, solo y tocando la cristalería finísima de la familia - el amo Taehyung quiere salir dentro de 15 minutos. Me indica que tenga el automóvil listo para entonces.

-Gracias, así lo haré -Jungkook sonrió encantadoramente a la empleada, mientras pasaba por su lado, causando que ésta le devolviera otra sonrisa tímida.

Pasaron apenas 10 minutos de aquel aviso, cuando Taehyung subió apresurado al automóvil en el que Jungkook lo esperaba con el motor encendido.

-Al río Han -le dijo bruscamente sin saludar siquiera, acomodándose el gorro de lana bajo la capucha de su canguro gris de marca.

-Enseguida, señor -respondió Jungkook tragándose las ganas que tenía de sacar su arma y pegarle un tiro a aquel niño ricachón. El plan tenía que seguir su curso y debía hacerse con mucho cuidado. Esta vez nada debía salir mal y no se debía dejar ninguna sospecha. Jungkook debería esperar al momento preciso para poder matar con sus propias manos al hijo el magnate.

I'm Here To Kill YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora