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Esas semanas que pasaron luego de esa noche tan especial entre Taehyung y Jungkook fueron mágicas para ambos. Estaban cada vez más unidos y se querían cada día más.

Aunque Jungkook seguía trabajando como su chofer, esto, en vez de ser algo que podría separarlos, los unía mucho más, porque pasaban más tiempo juntos.

Las cenas eran especiales e íntimas para ambos. Al caer cada tarde y regresar juntos a casa, solían comprar todo lo que necesitaban para experimentar en la cocina. A veces Tae tomaba el mando y dejaba todo un desastre incluido el plato que preparaban, por lo que llamaban al servicio a domicilio para reemplazar el fracaso del chef Tae. Otras noches, Jungkook se ocupaba de cocinar, especialmente los días en que Tae había trabajado demasiado, y ambos se sentaban cerca del balcón de la habitación del mayor para disfrutar de ese momento tan relajante para ambos.

Una noche, cuando las velas ya se estaban consumiendo por completo sobre la pequeña mesa movible, los platos ya estaban vacíos sobre ella y la botella de vino ya estaba por acabarse, Jungkook habló.

-Quiero bailar contigo en esa boda –le dijo de la nada y sin pensarlo siquiera. Tal vez a causa del alcohol consumido.

Tae no recordaba que ya se acercaba la boda de Jimin y Yoongi hasta que Jungkook hizo ese comentario.

-¿Sí? Y ¿por qué? –preguntó con una sonrisa pícara, moviendo su copa y el poco contenido que tenía.

-Quiero que todos sepan cuánto te quiero –respondió mirándolo fijamente.

Tae se quedó en silencio sopesando las repercusiones que habría si eso pasaba. No es que le importara lo que el mundo pensara de él, pero... siempre había algún costo que pagar por aceptar ser gay en una sociedad tan cerrada como la suya. No por nada la boda de Jimin y Yoongi sería tan privada y exclusiva.

-Yo también quiero –le dijo al fin con una sonrisa y besándolo luego.

Jungkook no cabía en sí de la felicidad que estaba viviendo en ese tiempo. Sonrió como un tonto, dejando muy olvidado su objetivo, el que lo había llevado a conocer a Taehyung en primer lugar.

Pero su subconsciente se lo recordaba cada noche al dormir. Sus pesadillas rondaban siempre el tema y lo hacían encontrarse en lugares oscuros, fríos y sintiendo muchísimo miedo. Casi siempre se hallaba buscando algo, o a alguien, posiblemente a Taehyung. Pero casi nunca podía encontrarlo mientras recorría pasillos y pasillos de una especie de laberinto.

Despertaba a la mañana siguiente, cubierto en sudor y con la sensación de estar metiendo la pata hasta el fondo. Algo como un bichito que le carcomía las entrañas y le molestaba desde adentro.

Lo malo es que no había podido hablar con Namjoon desde hace muchos días. No habían intercambiado palabra desde aquella reunión en la casa del clan. No sabía qué había decidido hacer, pero al parecer su relación con Jin continuaba, porque una vez los encontró muy acaramelados cuando salió de la habitación de Tae con dirección a su pequeña habitación temprano en la madrugada.

Le hubiese gustado tener su guía para saber qué hacer. Pero todo seguía estando en sus manos. Y el día del golpe estaba tan cerca.

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Aquella mañana de la boda, Jungkook despertó con un dolor de cabeza horrible. Había pasado una de las peores noches hasta entonces, porque las pesadillas se estaban repitiendo cada vez más y más.

A regañadientes, se levantó y se preparó con el traje que noche antes había recogido junto con otro parecido de una tienda exclusiva para Tae y para él.

No podía mentirse... estaba demasiado nervioso y más indeciso que nunca. No quería que el golpe se diera. No quería matar a Taehyung, pero había evitado a toda costa pensar profundamente en las consecuencias de no hacerlo.

I'm Here To Kill YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora