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Aquella noche fue extraña para Jungkook. Después de separar sus labios de ese primer beso que se dieron, ambos se miraron a los ojos para ver la reacción del otro. Taehyung empezó a sentir algo de miedo por cómo podría reaccionar el más joven, pero éste sólo se quedó contemplándolo y acercó automáticamente su mano hacia su mejilla para acariciarla mientras esbozaba una sonrisa.

-Eso... estuvo bien –dijo Jungkook suavemente

-De hecho, sí... -respondió Taehyung sin querer romper el lazo invisible que unía sus miradas y sintiéndose más tranquilo con la reacción recibida.

Jungkook no quiso alargar mucho ese momento, porque a pesar de no ser algo incómodo, se sentía diferente. Obviamente todo iba de maravillas en cuanto a su plan, pero lo que empezaba a sentir dentro era... indefinible. No quería analizarlo mucho, por lo menos no en ese momento.

El joven bajó la mirada, lo que hizo que Taehyung tomara la mano que hace poco estaba sobre su mejilla con delicadeza.

-Si en cualquier momento te sientes incómodo con lo que está pasando, dímelo y lo arreglaremos, ¿sí?

-Está bien, señ... Taehyung –Jungkook subió su mirada y sonrió.

-Es hora de irnos –el mayor le devolvió la sonrisa.

Ambos se levantaron y luego de que Taehyung pagara una exorbitante suma por todo lo que habían consumido, bajaron el ascensor para luego dirigirse al coche.

El camino a la mansión fue tranquilo, con un ambiente relajado, porque Jungkook se había animado a poner la radio, que sonaba con un jazz muy tranquilo.

Al llegar a la mansión, Taehyung bajó del coche y antes de que Jungkook pudiera decir o hacer nada, el mayor se acercó a su boca dándole el último beso del día como despedida sin importarle lo que sus sirvientes que miraban desde la puerta dijeran.

-Mañana temprano te haré llegar el traje que te pondrás para la beneficencia. Nos veremos acá a las seis. –y se fue sin ver atrás.

Dentro de su pequeña habitación en la mansión, Jungkook se sentó en el borde de su cama para intentar ordenar sus ideas y planes.

Todo había estado muy bien calculado hasta el momento de ese beso repentino que le dio su jefe. Por lo menos hubiese querido tener un tiempo para hacerse a la idea de que algo así pasaría. Le hizo sentir algo inesperado y extraño para él. Los besos que Jungkook les daba a las mujeres con las que se rodeaba eran fogosos, llenos de lujuria y pasión, pero el beso que le había robado Tae fue distinto, fue tierno, lento y algo picante, lleno de pasión también, pero en otro nivel que él nunca había experimentado antes.

Así como había entrado al mundo de la mafia desde muy temprana edad, las experiencias de pareja y sexuales que había tenido no habían sido las que podrían considerarse "normales", con romanticismo, miradas tiernas, cartitas o mensajes de amor. Para él, las mujeres que habían pasado por sus brazos y su cama siempre habían servido sólo para satisfacer sus deseos... y nada más, y siempre las había obtenido de una manera muy fácil. Nunca se había enamorado, ni siquiera había pensado en hacerlo de ninguna manera pues lo que quería ya lo tenía a mano. Lo que estaba ocurriendo con Taehyung, muy aparte de ser el plan perfecto para acabarlo, ganándose su amor, lo estaba afectando y no quería aceptarlo.

Se quedó mirando un punto específico en la esquina de su habitación hasta que decidió no darle más vueltas al asunto y seguir con el plan, aunque eso significara llegar a límites que no había pensado sobrepasar. "Que venga lo que tenga que venir" se dijo para sí mismo antes de irse a la cama a dormir.

I'm Here To Kill YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora