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La mañana se pasó lentamente para Taehyung. Tuvo un total de tres reuniones muy importantes, a cuál más tediosa y aburrida... pero necesaria. Cuando sus interlocutores le daban un respiro, se colaba en su mente  aquel muchacho que seguramente lo esperaba abajo dentro de su coche. El toque brevísimo de su dedo sobre sus labios había provocado una reacción poco común en todo su cuerpo... y tal vez también en su corazón.

Taehyung no era el tipo de chico conocido por tener muchos romances. A pesar de ser un magnate, tener muchísimo dinero, y poder comprar con él cualquier cosa, incluso compañía, él nunca puso como una prioridad el tener una pareja. En su adolescencia había salido con un par de muchachas de su instituto, pero todo había terminado de manera desastrosa al darse cuenta de que lo único que ellas querían era su dinero, como era de esperarse.

A partir de esas experiencias, Taehyung no había vuelto a sentir nada por nadie... hasta que llegó Yoongi, un estudiante de Daegu, con quien jamás tuvo ninguna relación aparte de la amistad, pero le hizo darse cuenta de su atracción por los chicos. Gracias a Yoongi, su sonrisa gatuna y su gran personalidad, Taehyung reconoció que era gay.

El día en que se armó de valor y se lo contó todo a su padre, él esperó lo peor. Pero tras un momento eterno de silencio, su padre lo tomó por los hombros y le dijo algo que Taehyung jamás olvidaría : "Te guste quien te guste, tú sigues siendo Taehyung, tú siempre serás mi hijo". Esas palabras calaron muy hondo en su mente, y siempre que tenía un momento de flaqueza, las recordaba para armarse de ánimo por sobre todo.

A la hora de la comida, Taehyung solicitó a su secretario que pidiera dos platos de la mejor pasta de la ciudad. Ordenó expresamente que uno de ellos fuese para su chofer, a quién mandó a llamar para que comiera en uno de los salones de la empresa. Lastimosamente, Taehyung no podría acompañarlo, porque debía revisar los pormenores de las siguientes dos reuniones que tendría, por lo que debía enfocarse en ello.

Jungkook entró por primera vez en la compañía y miró todo alrededor. Lujo y elegancia donde sea que posara su mirada. Su envidia salió a flote al ver los muebles carísimos, los adornos importados, las pantallas planas en cada sala o espacio abierto mostrando publicidad del grupo empresario de la familia de Taehyung. "Maldita sea", pensó Jungkook para sus adentros ante tal derroche de lujos, que ni de asomo se parecía a lo que se tenía en el clan de su padre.

Fue conducido a una sala de mediano tamaño donde sólo había una mesa grande y muchas sillas alrededor. Sin duda, una sala de juntas. Todas las salas y oficinas estaban divididas por vidrios que mostraban claramente el interior. Con su mirada aguda pudo divisar a Taehyung a unas dos oficinas de distancia revisando unos documentos a la vez que comía en silencio de su plato de pasta.

Jungkook comenzó a comer la pasta ordenada para él y  se dedicó a mirar cada movimiento de Taehyung, aprovechando que éste no se había dado cuenta dónde estaba él. Se notaba la concentración con la que revisaba los papeles que tenía consigo. Un momento después, llamó a su secretario, seguramente para preguntarle algunos detalles y al tener su curiosidad satisfecha, despidió al hombre con un movimiento de su mano.

"Qué modales son esos, señorito" sonrió Jungkook casi terminando la deliciosa pasta de su plato. Desechó el recipiente en un basurero cercano y salió para encontrarse con el secretario, quien lo acompañó de regreso al ascensor.

La tarde se pasó un poco más rápido para ambos, porque una de las reuniones se había postergado y la otra sólo requería unas cuantas modificaciones de un contrato y Taehyung ya era libre. Bajó apresurado en el ascensor y en cuanto se abrió la puerta hacia el estacionamiento, Jungkook salió del auto y abrió la puerta trasera para dejarlo entrar.

Una vez que los dos estuvieron dentro, Taehyung dio sus órdenes.

-Llévame al cementerio. En el camino comprarás un ramo de rosas blancas.

-A sus órdenes, señor -respondió Jungkook fijando la mirada en el camino y subiendo la velocidad.

Tal y como se le había dicho, detuvo el coche frente a una floristería que estaba camino al cementerio, bajó del coche y regresó pronto con un hermoso y gran ramo de rosas blancas. Abrió la puerta del conductor y preguntó:

-¿Quiere llevarlas usted, señor? ¿O prefiere que las ponga en el asiento del  copiloto?

-Dámelas -contestó el mayor con los ojos brillando con emoción al ver las hermosas rosas.

Jungkook abrió la puerta donde estaba Taehyung y posó suavemente las rosas sobre sus manos antes de regresar al asiento del piloto. Luego de volver a poner en marcha el auto, el menor pudo ver cómo su jefe miraba las rosas con una especie de ternura mezclada con tristeza. El menor podía imaginarse los sentimientos que embargaban a Taehyung, así que no dijo nada hasta que llegaron al cementerio y tuvo que preguntarle por dónde conducir dentro del lugar con calles inmensas.

Taehyung le indicó el camino y llegaron pronto cerca de una colina cubierta por césped verde y árboles frondosos y altos que le daban un ambiente pacífico al lugar donde de hallaban dos tumbas una al lado de la otra. El mayor bajó del auto con las rosas en sus manos, las que colocó en medio de las tumbas de sus padres.

Jungkook se quedó de pie al lado del auto mirando la escena. Estaríamos mintiendo si decimos que Jungkook no se conmovió ante Taehyung arrodillado frente a las tumbas, con lágrimas en los ojos y en silencio, pero el menor no se permitió sentir algo parecido a la compasión por el objeto de su venganza.

"Pronto yacerás en este lugar también. Será pan comido. No te sientas mal, principito" pensó Jungkook esbozando una sonrisa malévola sin ser visto.

Tras una media hora de esa visita, Taehyung regresó al coche secándose una lágrima de la mejilla. Jungkook no lo pensó demasiado y se animó a acercar su propia mano a la otra mejilla de Taehyung para secarla, pero el mayor lo detuvo abruptamente golpeando su brazo para que no lo tocara.

-Recuerda tu posición acá y no sobrepases límites que no te corresponden -zanjó con voz profunda y taladrando con su mirada a su chofer. Jungkook se sobresaltó y bajó la mirada y la cabeza.

-Lo siento mucho, señor. No fue mi intención incomodarlo, yo sólo... -comenzó a disculparse el menor, pero Taehyung ya estaba entrando en el auto, dejándolo con la palabra en la boca.

Jungkook tuvo que tragarse todo su orgullo e ira que nacía en él en ese momento. Si hubiese sido por él, habría tomado el arma que llevaba y le habría plantado cinco tiros bien merecidos a ese niño mimado... Pero sabía que eso arruinaría todo el plan.

Suspiró profundamente cerrando los ojos y subió al auto sin decir una palabra.

-Vamos a casa -le dijo Taehyung sin más antes de apoyar su cabeza en el asiento y cerrar sus ojos. En poco tiempo, el mayor ya estaba dormido y el menor calmaba sus demonios internos con el silencio reinante. Al parecer, esa misión no sería tan fácil como había creído.

I'm Here To Kill YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora