Capitulo II

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        Nubia no sabía dónde estaba, ella sentía algo húmedo en su espalda, como el roció de la lluvia quizás y algo blando como la tierra al ser mojada por la misma. Las sensaciones que transitaban por todo su ser eran completamente extrañas para ella.

Ella sentía una inmensa tristeza y no sabía por qué. Nubia no podía comprender de donde venía esa ola de sentimientos encontrados en su interior, ella sabía que está olvidando algo pero no podía recordar qué exactamente. Entonces la golpeo, como un rayo de luz abrasador, ella ahora era una humana, una errática. 

Los ojos de Nubia parecían ver todo  de una manera totalmente diferente, esos colores que antes no percibía o que tan sólo no le importaban, estaban llenos de olores y formas que jamás le habían interesado y ahora todo se veía como un mundo nuevo que había que estudiar.  Ella sentía calor y frio, como un ser etéreo no podía sentir esas cosas y mucho menos el cansancio que la hacía sentir soñolienta.

Nubia quería tumbarse en el suelo y dormir, quizás hasta podría soñar, ella no podía recordar quién le había contado que los humanos soñaban cosas divertidas y a veces horrendas pero no importaba. El miedo que ella había sentido antes de convertirse en un ser terrenal había desaparecido por la euforia de su nueva vida, la princesa no  había notado que estaba siendo observada por unos ojos brillantes en la lejanía.

Ella se levantó con una sensación de gozo en su interior, sus pies se mojaron por la lluvia y se llenaron de lodo.  Toco su cuerpo, estaba cubierto por una tela suave de color blanco, Nubia podía sentir el frio en las partes ocultas, toco su cabeza y percibió algo que antes no había estado allí, ella podía sentir su cabello cayendo en sus hombros,  enmarañado y enredado por la caída, el color que antes no existía, ahora se teñía por el matiz del crepúsculo en el cielo, eso la lleno de alegría. De pronto, Nubia sintió un ardor y se llevó las manos al estómago, no podía entender por qué le dolía o por qué su boca estaba seca. Tantas cosas la abrumaron y se tiró de nuevo en el césped, estaba invadida por la incertidumbre, desde donde estaba no podía ver ninguna estrella, pues en lugar del cielo todo estaba cubierto por hojas y ramas de unos árboles gigantescos.

Repentinamente, unas pisadas interrumpieron los pensamientos de Nubia, estas se iban acercando lentamente hacia ella, lo que sea que se acercara no estaba muy seguro de si quería hacerlo.  Nubia miro hacia arriba y vio unos ojos cafés que le devolvían la mirada. Ella se levantó para verlo mejor, pero aún tenía que alzar su cabeza, el chico era más alto que ella, tenía el cabello negro como el ébano y algo descuidado, la expresión de su rostro era impenetrable como si guardara un secreto, sus ojos rasgados estaban concentrados aún en los de ella, parecía estar sorprendido. Nubia podía ver que sus pestañas eran espesas  y sus labios cubiertos por una ligera barba estaban herméticos, no pronunciaba ninguna palabra, la piel del chico era aceitunada y su complexión era esbelta pero se veía que tenía fuerza, por alguna razón Nubia lo supuso.

El chico la había observado desde hacía varios minutos, él no sabía cómo hacer para acercarse. Desde el primer momento en que la miro él supo quién era ella. El  Emir la había estado esperando desde hacía varios días, él chico sabía que era un secreto para el resto de la población de Nuhria pero él  lo había escuchado, una verdadera estrella bajaría desde su reino y se casaría con Fares.

El chico no le había prestado mucha atención, él era un simple sirviente y ni si quiera eso, era el ayudante del herrero, no servía para nada en el palacio, nunca nadie lo tomarían a él cuenta y se sentía feliz de esa manera.

Él nunca había sentido a Nuhria como su hogar pero le estaba agradecido al herrero por aceptarlo como aprendiz, a él y a Bashir. 

Lo primero que noto el chico, fueron sus ojos grises llenos de luz, era como si pudiera iluminarlo todo con su mirada, unos rizos cobrizos cubrían su cabeza, estos se encontraban enmarañados pero la hacían ver pura, su piel era del color del marfil, completamente pálida, se veía un poco famélica quizás por la falta de agua y alimento, sin embargo, tenía un poco de color en sus mejillas que la hacían ver como una niña a igual que su perfecta nariz respingona. Había algo en ella que la hacía parecer fría, como una persona a la que nadie había amado, tal vez sí tendría algo en común con el chico, a él nunca le había ido bien con las mujeres, ni tampoco le gustaba estar cerca de ellas, puesto que era muy tímido, nunca sabía que decir y ellas sólo se burlaban del chico a diferencia de lo que pasaba con su amigo.

Los lobos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora