Capitulo III

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        Nadim se encontraba leyendo sobre Beirut, buscando en las leyendas algún ápice de verdad, un camino que hubiera pasado desapercibido esperando a ser descubierto. Intentaba concentrarse pero no lo dejaban  los  susurros y cuchicheos que escuchaban a la distancia. Desde pequeño Nadim tenía un buen oído, podía escuchar conversaciones a larga distancia  aunque nunca les había prestado más atención de lo debido, lo que hacía diferente esta plática era que estaban hablando de su Nubia, de la princesa que había conocido por error.

Hacia dos semanas que la princesa se encontraba en el palacio y los nuhrianos no podían dejar de hablar de que como lucia, pues no se había visto ni una sola vez por la ciudad, el príncipe Fares siempre se veía solo, la tenía escondida y su presencia solamente sería revelada cuando se casaran, por supuesto que sólo eran conjeturas de los nuhrianos ni siquiera estaban seguros de  si ya se encontraba en el palacio, afirmaban que había visto una estrella fugaz hace varias noches y otros que habían notado un cambio en el cielo nocturno, como había algunos que decían que todo seguía igual y que si había un Diosa en su ciudad nada había cambiado . 

Poco le importaba todo eso a Nadim, él sólo quería terminar su libro o quizás escribir algo, era su tiempo libre y debía aprovecharlo antes de volver al palacio, donde no podía ser él mismo. Era su momento y el ruido de las personas no lograba hacer que lo disfrutara, claro que el chico podía apagar todos esos susurros, sólo no quería admitir que todo lo relacionado con Nubia le interesaba.

Desde la noche  que había abandonado a la princesa en el palacio, no había podido dejar de pensar en ella, preguntándose si sería obra de destino que los dos se hubieran encontrado, si quizás él tenía un papel importante en todo esto, incluso sus sueños con Beirut habían disminuido, ahora siempre la encontraba a ella. Se veía a si mismo por las noches, de vuelta en el arroyo con Nubia dormida en su regazo mientras él intentaba no moverse para no despertarla, de vez en cuando se veía leyéndole un libro y ella le sonreía porque le gustaba, le interesaba, era como si nunca hubieran abandonado ese lugar mágico y todas las noches se reencontraran allí.

El chico tenia sentimientos encontrados con estos sueños, a veces le producían alegría y dicha peo también le atormentaban, pues pasa el día pensando ella, mientras trabajaba, comía o incluso cuando leía.  Su amigo Bashir lo había notado, cada vez que podía le preguntaba lo que había sucedido en el bosque pero Nadim sabía que ese era un secreto que no podía compartir con nadie, ni si quiera con él.    

De repente el chico escucho una voz familiar, él también estaba comentando acerca de la princesa Nubia, así que Nadim decidió agudizar el oído, se trataba de la voz felina de su amigo, conocido por todos como el chico tigre, el hijo del herrero.

--Probablemente sea una princesa feúcha y delgada sin ningún tipo de simpatía, quizás tenga una apariencia tan fría que no pueden sacarla porque nos asustara a todos—la voz familiar comenzó a reír junto con otras  femeninas --. Lo que sí es seguro señoritas es que jamás será tan hermosa como ustedes –dijo la voz seguida de más risas--.

Nadim sabía que están hablando de Nubia y pensó que ninguna era como ella, era mucho más hermosa que cualquier mujer que había visto  pero eso no le importa a él y nadie le estaba pidiendo su opinión.

Las chicas con las que se la pasaba Bashir era un grupo de  estúpidas que no tenían nada que decir pero eso lo compasaban con risas y bustos grandes que salían de sus escotes, el chico no podía entender porque su amigo prefería esa compañía y por la que había abandonado a antigua novia, quién era un mujer que no se comparaba a esas ineptas.

Su antigua novia, trabajaba en el palacio, poco se le veía salir, puesto que era una ayudante real, había conseguido su propia habitación y un plato caliente de comida todos los días.

Los lobos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora