Nadim no podía creerlo, había pasado todo la vida alejado de los problemas pero sobre todo alejada de Fares y Botrus, ahora ellos lo miraban como si quisieran córtale la cabeza y clavarla en una pica.
Nubia también lo veía pero rogando que la ayudara, quería que les dijera la verdad pero ella no entendía los problemas que la verdad podría causarle a él. Nadie debía estar enterado de su presencia en el palacio pero ya no podía salir de esa situación, tenía contar lo que había sucedido y no traería algo bueno.
El visir estaba impaciente, le exigía con la mirada una respuesta que él no quería darle. Para Nadim el encuentro con la princesa había sido privado, un secreto que solamente ellos dos compartían y ahora debía ser revelado, hurtado de su corazón.
Al chico le sorprendió lo diferente que se veía hechicero a los demás Nuhrianos, estaba claro que no era un nativo de la ciudad, sus rasgos eran casi tan extraños como los suyos y los de Nubia, algo no andaba bien con el Visir y nadie más parecía notarlo. Botrus tampoco se parecía a otros hechiceros de Nuhria, la mayoría aprendían el oficio más allá de las Ruinas de Banalbek en la ciudad mágica de Akkar.
El hechicero era de piel morena, tenía un aspecto robusto que lo hacía parecer amenazador le parecía que era un hombre mayor pero quizás solamente fuera porque su cabeza estaba completamente calva. Los ojos del mago era del color de los cabellos de Nadim, su nariz estaba algo abombada como si le hubieran dado un puñetazo recientemente y sus labios estaban cubiertos por un espeso bigote y una barba larga que no encajaba con el resto de su cuerpo. Nadim siempre lo veía con túnicas negras abotonadas y esta vez no era diferente.
Entonces echó un vistazo al príncipe, quien lo miraba por encima de la cabeza, para él no era nadie, lo único que Fares reflejaba era la vanidad con la había sido criado y esta se reflejaba en sus ropas de un azul brillante como el de sus ojos. El chico podía notar como el príncipe buscaba una posición imponente, se veía como idiota casi como cuando se pavoneaba en los jardines reales, practicando con una espada que no sabía utilizar y sobre todo desperdiciando el trabajo de Kazim aunque siempre pagaba bien no le gustaba como desperdiciaba una buena espada.
Nadim hizo una mueca incomprensible, una sonrisa reprimida al imaginar a Fares en un combate. Esa leve facción de su rostro hizo que los dos hombres fruncieran el ceño no les parecía la actitud del mendigo, por lo que decidieron llamar a los guardias.
--Si no nos responde en este instante lo encerraremos en el calabazo.
--No—grito Nubia--.
La khalida se acercó al chico y lo alejo de la vista del príncipe y del hechicero, Nadim era su amigo y no dejaría que nada malo le pasase, cuando él le había ayudado.
--Escucha Nubia—le replico Fares para luego atraerla hacia él.--No tengo intenciones de hacerle nada malo pero quiero que responda la pregunta—continuó--. Si no lo hace tendré que tomar acciones en el asunto.
--Tú no entiendes—se quejó en un tono de voz que hizo enojar a Fares--.
--¡Amirah!—la reprimió tomándola de la muñeca.-- Debo recordarte quién eres y como debes comportarte—le dijo apretándola aún más fuerte--.
A Nubia le dolía la muñeca pero no podía reflejar su dolor, podía distinguir la mirada animal de Nadim y no quería que él chico hiciera nada impulsivo que pudiera meterlo en un problema.
Nadim sintió deseos de golpearlo, cómo podía tratarla, sin ser consciente de sus acciones di un paso hacia adelante.
Botrus lo noto y le lanzo un hechizo que lo empujó hacia la pared.
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Los lobos de medianoche
FantasyDesde el principio de los tiempos los Khalidas y los Khaun han sido los protagonistas de las constantes disputas, al momento de tratar los problemas del mundo errático, para los humanos las decisiones del Sol y la Luna han de ser cumplidas. Por lo...