Capitulo I

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Primera Parte.

        Nahora era un lugar invisible para todos los destinados a morir y la princesa Nubia lo sabía, comprendía lo privilegiada que era al vivir en paz y armonía, ella vivía más allá de la belleza, del hambre, de la destrucción pero sobre todo de la muerte. Como una Khalida su existencia jamás se extinguía a menos que ella lo quisiera y en los 200 años que llevaba de vida nunca había tenido esa urgencia, por lo que sabía su padre el rey Munir tenía más de  10 mil años.

Su padre le había contado cuando ella era apenas una niña, que su abuelo Shamsa había creado Nahora  junto a su abuela, ellos fueron los primeros seres Khalida que habitaron el universo, luego fueron apareciendo mucho más pero ninguno con el fuego de vida como el de ellos, por lo que comenzaron a venerarlos y a verlos como sus líderes, sin embargo, después de mucho tiempo, cuando Nahora estaba completamente poblada de entes incorpóreos, su abuelo tomo la decisión de apagar su fuego de vida y convertirse en la fuente de energía de todos y en lugar de que su fuego se apagara este se hizo más fuerte y más grande por lo que el mundo de los hombres que en ese entonces era sólo oscuridad, recibió la luz y lo llamaron sol, desde ese momento lo hicieron su Dios.  Cuando un Khalida decidía apagar su fuego en realidad no está muriendo, se está convirtiendo en lo que los humanos conocen como estrella.

En los 200 años que Nubia tenía había conocido a muchos Khalida que decidida apagar su fuego para unirse a su líder, nadie estaba triste cuando uno de sus compañeros lo decidida no era como los humanos que al finalizar la vida de uno de ellos lloraba por la tristeza, no, los khalida siempre se encontraban felices y contentos y hacían una celebración por la nueva estrella naciente,  por eso ella sentía que prefería apagar su fuego y estar con su abuelo antes de vivir en la tierra y volverse una humana pero en lugar de estar feliz, se sentía triste, no quería irse de Nahora, para un Khalida los 200 años de vida no eran nada pero sus padre le habían dado la peor de las noticias, ella debía ir a la tierra, volverse un ser terrenal y morir, morir como los humanos y no como un ser etéreo.

Su hermano mayor Anwar no había aceptado la decisión de sus padres, este había discutido con ellos hasta el punto de insultarlos y vejarlos  a diferencia de su hermana Zahor quien le había dicho que aceptara su destino y había tratado de calamar a Anwar pero sus intentos eran fallidos, su hermano no podía aceptar semejante desgracia para ella y mucho menos a Nubia que era la más pequeña.

 Nubia sabía que era lo mejor para el reino de los hombres pero lo que más le perturbaba era que de todas las ciudades del reino de los humanos, ella debía ir a Nuhria, la peor de todas. Durante toda su vida había presenciado como se destruían los unos a los otros y los aborrecía por eso, si ella hubiese sido la reina los habría destruido a todos, no que tuviera ese poder. Los seres Khalida no poseían poderes destructivos y si los tenían a ella aún no se los habían enseñado, le quedaba tanto por vivir. 

La princesa observo su ciudad desde el balcón en el que se encontraba, a ojos de los hombres Nahora podía parecer hecha de hielo aunque no era así, sus edificaciones brillaban como el cristal, la mayoría creadas por la energía de los Khalida y casi todas tenían formas de torres y palacios, en su ciudad nadie era rico ni pobre, cosas como el dinero y el estatus social no existían, lo único que importa es la intensidad tu fuego de vida, eso era lo que media tu fuerza.

 Las torres y los palacios estaban cubiertos por algo parecido a la neblina aunque tenía el color de océano, parecía como si la marea bajara y subiera constantemente envolviéndola toda, a lo lejos se veía la entrada de Nahora, era como una especie tempano de hielo en forma de arco  con la sombra de un sol naciente  a la lejanía, que se unía con lo que podría ser un mar de diamantes.

Todo se veía tan hermoso  aunque sentía como si su ciudad la lloraba, los habitantes de Nahora tampoco se sentían a gusto con su partida pero debían aceptar la decisión del rey y como ellos, Nubia debía resignarse y aceptar su destino. Iría a Nuhria y se cansaría con el príncipe Fares el hijo del Sultán Charif, aunque no estaba segura que debía sentir por él.

Los lobos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora