22: Sospecha

66 9 42
                                    

-Degel Diamonds tiene una de las bibliotecas más grandes de todo París. ¿Cómo siquiera puedes pensar en regalarle un libro?

Kardia, a pesar de estar en conocimiento de tal hecho, se sintió muy ofendido por las palabras de Agatha. No entendía muy bien el porque, pero esa mujer le había empezado a caer muy mal de un día a otro y por alguna extraña razón, estaba bastante cómodo con eso. Pero, a pesar de sus malos sentimientos, ese día tenía que aguantarla porque Calvera no estaba y alguien tenía que ayudarlo a planear la reunión de cumpleaños que le harían al francés.

Le agradecía a su hijo el haber ido a los gritos, contándole a toda la casa acerca de la fiesta sorpresa, porque él era muy malo para guardar secretos, además de que si se trataba de algo para su adorado galo, iba a ser aún más complicado, así que, con Calvera, se decidieron a, simplemente, hacer una cena de celebración para el mayor y el fin de semana, sacarían a los pequeños a hacer lo que ellos quisiesen.

El plan parecía perfecto ya, calmado y nada excéntrico, tal y como a Degel le gustaba, pero todo se fue al diablo nuevamente cuando, debido a una salida urgente de la pelinegra señora de la casa, Agatha se apareció y comenzó a cambiar todos los planes que ya tenían listos.

-Estas aquí para ayudarme a cerrar algunas cuestiones, no para decir y hacer lo que se te antoja.

-Calvera me pidió ayuda con esto. Solo estoy cumpliendole.

-¿Y entre las cosas que te pidió mi esposa, está ser un terrible dolor de cabeza?

-O yo soy un dolor de cabeza, o tu estás muy sensible e irritante últimamente... ¿Me pregunto por qué será?

Un escalofrío le corrió por la espina, pero no era el mismo que sintió cuando Milo le soltó a su madre que lo había visto en una situación comprometedora, si no que fue totalmente diferente y acabó de asegurarse en sus pensamientos cuando la castaña le soltó la siguiente pregunta que era "¿De qué te habrás enterado?"

-Agatha, con todo el respeto del mundo, te pido que te vayas de mi casa.

-Como quieras.- Se levantó de su asiento, tomó su abrigo, su bolso y cerró unas carpetas que tenía delante, pero esas las acercó más al griego. -Dale esto a tu esposa, junto a mis saludos.

-Ten un buen regreso y saluda a Albafica de mi parte. Que venga pronto aquí, algún día. Lo extraño bastante.

-Se lo diré. Nos vemos.

Kardia se quedó mirando muy molesto a la mujer mientras el sentimiento de desconfianza y molestia para con ella solo crecía y crecía. De a poco en poco iba comprendiendo porque le estaba cayendo tan mal aquella rosa y sus peores sospechas acabaron por confirmarse, al menos de manera silenciosa, porque nunca pudo ponerle alguna palabra suave frente a su francés.

Pero en ese momento, en ese preciso momento en que vio como Agatha se acercaba a Degel y le acariciaba la mejilla con mucha suavidad y él le sonreía como solo le sonreía a él, luego de la intimidad, las ganas de arrancarle todos los pétalos a esa rosa hasta marchitarla por siempre, fueron inmensas.

Al final, la crisis de su pareja clandestina había sido provocado por las crueles espinas de quien parecía una inofensiva rosa.

*

*

*

Ahora, que en la historia en tiempo presente, toodoos están sacando sus trapos sucios al sol, Kardia no se quedará atrás en hacer eso.

Degel la va a sacar algo barata, pero la lisiada ya no, después de todo, es con ella el asunto 😅

La palabra que sigue, ahora sí, será "libros".

Estará directamente relacionada a esta situación, como verán al comienzo, por eso hice el cambio de palabra.

¡Besos! ¡Las quiero!

Fictober KardGelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora