23: Libros

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-¿Un libro? ¿Te parece?

Y allí estaba de nuevo esa pregunta, pero al menos Calvera se la hacía con una suavidad increíble y sin animo de insultarlo. Eso no le hacía tanto mal, pero seguía con un ápice de desanimo ante eso.

-Se que, prácticamente, tiene todos los libros que pueden existir en este mundo y estoy seguro de que también puede presumir libros que solo se creían en la biblioteca de Alejandría, pero...

-Te entiendo perfectamente, cariño. Así que no te pongas mal, es más, te ayudaré en esto.

-¿En serio?

-¡Por supuesto! Iré con él, como si no buscara más que conversación y trataré de sacarle algo de información. Tal vez pueda hacer que Milo también intente averiguar algo.

-¿Eso te parece buena idea? La última vez que intentamos una sorpresa, hasta los vecinos de dos calles de aquí, se enteraron.

La pelinegra solo asintió varias veces se mordía el labio para ahogar una risa. Esta vez no podría contar con la ayuda de su niño, ya que estaba tan emocionado por el cumpleaños de su mejor amiguito y también el del padre de este, por lo que siempre iba contando a todos lo que eran los planes de sus padres para ese momento.

-Me las arreglaré. Se que Degel no es muy abierto a contar acerca de las cosas que le gustan, pero supongo que podré lograr algo, por más pequeño que sea. 

Kardia le dio un fuerte, pero muy dulce beso en los labios, la abrazó con toda la posesividad que solo él poseía para con esa morena que lo traía loco y le susurró un "gracias" al separar su boca de la ajena. 

Por un momento, fueron ellos dos solos en el mundo. Por un simple instante, Degel, Agatha, Milo, Camus, Krest o Garnet, no existían en ese mundo. Solo estaban Kardia, Calvera y todo el amor que se profesaban desde el mismo instante en que se conocieron, y la mente de ambos estaba en una paz total, que les daba mucha tristeza abandonar.

*

*

*

El día se acercaba y él aún no tenía ni media noticia buena de parte de su esposa. 

Cada que le preguntaba sobre eso, ella le decía que no había conseguido nada y algunas otras, directamente se adelantaba al cuestionamiento y le repetía que apenas si supiera sobre lo que estaba buscando, se lo haría saber inmediatamente. 

Pero las horas seguían transcurriendo, volviéndose días, y eso solo provocaba que el limite para conseguir su cometido se acortara. 

Kardia estaba un tanto desesperado, pero todo cambio de un segundo a otro, gracias a un leve toquido en la puerta de su despacho.

-Camus. ¿Qué pasa, pequeño?

El menor no le dijo nada, solo se adentró en la habitación, se acercó al rubio mayor y le entregó un papel. Kardia no perdió tiempo y lo desdobló, encontrándose con un nombre muy conocido para él.

-Escuché a la señora Calvera decirle a Shaina que si sabía de algún libro que mi papá quisiera, pero que no tuviera. Shaina no lo sabe, pero yo si ya que me lo contó una vez.

-¿Esto es lo que tu papá quiere?- No podía creer lo que sus ojos veían y quería asegurarse de estar viendo bien.

-Lo está buscando desde hace bastante, pero no lo consigue. No se porque, pero se que estuvo enojado por esa situación y sigue queriendo esto, a pesar de que le han dicho que no.

-No te preocupes, pequeño. Creo que ya se donde conseguir esto. Gracias por ayudarme.

-Solo quiero que mi papá este feliz.

Fictober KardGelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora