atardecer con un final nublado

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—¿CÓMO QUE TRUENO VA A TU MISMA ESCUELA? —el grito de Lucas me hizo saltar del asiento en donde nos encontrábamos. Él chico se pasó las manos por la cara muy emocionado.
Yo solté una leve risa.

—Si, pero ni bola, osea ya es normal —me encogí de hombros restándole importancia, pero al parecer el rubio seguía conmocionado ya que se abanicaba la cara con sus manos.

—Ay, si tuviera concha me agarraria un paro conchal —dijo y yo solté una carcajada. Me encantaba este chico.—Es que osea, es hermoso la puta madre —continuó. Así seguimos charlando hasta que se hizo la nochecita, entonces nos despedimos y nos fuimos por caminos diferentes.

Volviendo a casa me encontré con el rey de Roma. Seguí mi camino ignorandolo pero al parecer a él si le pintaba hablarme ahora.

—Cami —pronunció. Recalculé dos segundos antes de darme vuelta.—¿Todo bien? —preguntó. Uy, este chico es idiota o le pagan me parece.

Me di vuelta viéndolo a la cara y la verdad es que estaba hermoso. La pequeña luz del sol que no se había ocultado le daba en los ojos resaltando más sus ojos café. Vestía unos joggins grises y un buzo negro de Adidas, estaba como quería el wacho.

—Yo bien, me parece que es otro el que no lo está tanto —le respondí guardando mis manos en los bolsillos de mi campera.

Mateo se rascó la nuca nervioso y puso una expresión arrepentida. Rodé los ojos mentalmente.

—Si... hablando de eso, perdón. Soy un idiota, perdón. —soltó acercándose un poco más a mí. Desde el lugar en donde estaba pude percibir su aroma y por un momento, iba a perdonarlo.

—Da igual Mateo, ni siquiera somos amigos —le recordé dándome vuelta para seguir a mi casa. Pero él me agarró del brazo dejándonos cara a cara.

—No importa que no seamos amigos, yo estuve mal. Porque se supone que... —dejó la frase en el aire y se alejó un poco de mí.

Me crucé de brazos y alcé una ceja.
—Se supone que... —dije invitándolo a continuar. Mateo negó con la cabeza y se puso más nervioso.

—No, nada. Como ya dijiste vos, da igual. Ni siquiera somos amigos, solo se dio una casualidad ese día pero ya está. No me pueden ver con alguien como vos y tampoco te pueden ver con alguien como yo. Así que cada uno que siga con su camino. —finalizó, y de a poco se fue rompiendo mi corazón.
¿Que no podían verlo con alguien como yo? ya entendí todo.

Solté un suspiro decepcionado mientras me secaba las manos sudadas en mi pantalón.

—La verdad Mateo, no pensé que fueras así, pero acá estás. Tranquilo que mi vida antes que vos estaba bien y va a seguir estándolo, no te preocupes —le respondí, y creo que nunca mentí tanto.
Cada palabra era exactamente la contraria a lo que sentía mi corazón, pero él no podía saberlo, no podía saber que ese día de lluvia fue uno de los mejores de mi vida.









~♡~
se acerca el final?

triste realidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora