El plácido sueño de Lincoln finalizó abruptamente cuando recibió un golpe en medio del rostro.
Estaba recostado sobre su derecha, con su mejilla presionada contra la almohada, recibiendo toda la saliva que escapaba de su boca abierta, señal de un sueño profundo y rejuvenecedor. El golpe lo sorprendió, poniendo todo su cuerpo en alerta mientras su cerebro comenzaba a recalibrarse y comprender sus alrededores. Trató de abrir los ojos, pero todavía los sentía pegajosos por el sueño. Confundido, giró un poco, y mientras trataba de llevar sus manos hacia su rostro para frotar sus ojos y despertarse un poco más, un nuevo golpe impactó contra su nariz.
— ¡Ouch! —Se quejó, cubriéndose con la frazada para tratar de protegerse del inesperado asalto a su integridad física.
Sintió un peso sobre su rostro y una fuerte y puntual presión sobre sus costillas, la cual inmediatamente identificó como un talón o una rodilla tratando de usar su cuerpo como una base para sentarse sobre su pecho.
— ¡Incon!
La pequeña voz fue el último empujón que los engranajes de su mente necesitaban para comenzar a hacer sentido de lo que estaba ocurriendo. Con una imagen mental un poco más clara, fue capaz de imaginarse el pequeño cuerpo de Lily, usando sus manos para tratar de destapar el rostro de su hermano. Con un cansado suspiro escapando de la tímida sonrisa que asomaba en su rostro, Lincoln removió la frazada que lo cubría, abriendo finalmente los ojos para ver a su hermana bebé.
Lily seguramente llevaba poco tiempo despierta, pues aún vestía su enterito color lila y las pantuflas que sus padres usualmente le ponían durante las mañanas. La bebé por lo general aguantaba una o dos horas antes de hacer todo lo posible para quitarse la ropa y quedar sólo en sus pañales. Él no la culpaba. Si leer cómics le había enseñado algo además de lecciones morales y verdades sobre la naturaleza del hombre, era que estar sólo en ropa interior era mucho más cómodo que estar vestido.
— ¿Cómo estás, Lily? —La saludó, usando sus codos como soporte para levantarse lentamente.
La infante rió y balbuceó una serie de sonidos alegres, llevando sus manos al rostro de Lincoln, refregándolo casi dolorosamente, con sus pequeñas y afiladas uñas clavándose en sus mejillas. Él rió también, contagiado por ella, y comenzó a darle pequeños y rápidos besos en sus manitos, haciéndola reír aún más.
— ¿La bebé quiere jugar con su hermano? ¿Eh? ¿Quieres jugar, bebé? —Le dijo, con su voz de "estoy hablando con un bebé", recostándose una vez más en su espalda y tomando a su hermana por las axilas, levantándola en el aire horizontalmente — ¡Un avión, Lily es un avión!
La bebé rió mientras él la movía ligeramente por el aire, soplando para hacer ruidos de turbinas y de viento. Mientras la entretenía, Lincoln se preguntó en qué clase de persona se convertiría ella. Apenas tenía quince meses, era imposible de adivinarlo. Si tuviera que basarse en el presente, quizás se convertiría en una artista (le encantaba tomar pinturas y manchar toda la casa), o quizás en una amante de zorros humanoides que cantan melodías del demonio. Esperaba con todo corazón que no fuese esto último.
Se preguntó también si quizás algún día se interesaría en cosas como cómics, o videojuegos, o ajedrez. Quizás encontraría las viejas pertenencias de su hermano mayor, y seguiría sus pasos. O quizás viviría toda su vida sin saber nada de Lincoln. Quizás nunca le interesaría aprender sobre él. Viviría una feliz vida de ignorancia, sin saber qué se había perdido.
Las quejas de la bebé lo trajeron de nuevo a la realidad, dándose cuenta que ya no la estaba moviendo en el aire, perdido en sus pensamientos. Ella movía sus brazos, tratando de motivarlo a que continuase jugando. Lincoln suspiró y se sentó, acercándola contra su pecho y abrazándola, moviendo su mejilla contra la cabeza de la pequeña. Lily trató de separarse, riendo sin embargo ante los cariños que su hermano le daba.
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Réquiem por un Loud
FanfictionLincoln, el único hijo varón de la familia Loud, es diagnosticado con una enfermedad terminal. Sin nada que hacer, los mejores pronósticos le dan tan sólo unas pocas semanas de vida. ¿Cómo reacciona un niño de once años al enterarse que pronto morir...