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Adrien había estado toda la mañana y parte de la tarde en el orfanato junto a su hermana y Lady Russel. Ambas se habían encargado de atraparlo para qué pasará tiempo en aquel lugar.

Ahora encambio se encontraba solo en el bar del señor Ricmondy y podía por fin satisfacer sus propias necesidades.

Bebió un poco más de whisky y empezó a buscar a una de sus viejas amantes para pasar la noche. Lastimosamente su búsqueda se vió aplazada por la presencia de una grosera mujer.

La jóven del día anterior estaba atendiendo a un hombre en una mesa cercana. El caballero le coqueteaba con descaro, pero ella se limitaba a tomarle el pedido mientras de forma permanente miraba hacia la puerta como si esperara a alguien.

Adrien sonrió con ironía y aún molesto con lo ocurrido se acercó a ella dispuesto a dejarle en claro un par de cosas, pero fue interrumpido.

Damien había interceptado a su objetivo antes que él y ahora ambos hablaban entre susurros y miradas discretas.

—Bleiston.—lo llamó y para su sorpresa el primo de su amigo se mostró sorprendido al verlo.

Caminó hacia él seguido de la hermosa, pero grosera dama y tomó asiento a su lado.

—Grafton es un honor verte.—respondió jocoso mirando de reojo a la mujer. Crystal no estaba para nada contenta con la presencia de Adrien, pero sabía disimular muy bien.

—¿Se conocen?—preguntó con curiosidad el marqués.

—Algo así.—Damien se encogió de hombros.—Querida dos Brandys.

—Con gusto Damien.

Crystal se retiró de su presencia agradecida de que aquel caballero no volviera a insinuarsele y no tuviera que montar un escándalo.

—Así que...¿son amantes?

Bleiston mantuvo la temple al escuchar aquella descabellada, pero constante pregunta. Tal parecía que cada vez que un caballero lo veía junto a Crystal no podía imaginarse otro escenario que no sea ellos en una cama.

—¿Usted qué cree?

Adrien rodó los ojos al escuchar esa respuesta, sintiéndose un poco tonto por preguntar algo obvio.

—¿No es un poco mayor para tí?

Damien se contuvo de soltar una carcajada. Crystal era mayor que él por tres años. En el pasado ciertamente había representado una gran diferencia, cuando ella tenía 16 y él 13, pero ahora no podía ser más irrelevante.

—Todas las mujeres de mi edad están debutando, Grafton y son peligrosas para un caballero que decide mantener su soltería. Además Crystal y yo nos conocemos desde hace años.

—Ya veo.

—¿No me digas que te interesa?—Damien arqueó una ceja con incredulidad.

—No. Es una lástima que no tengamos los mismos gustos.—habló entre dientes.

—Menos mal, diría yo.—susurró Bleiston por lo bajo.

—¿Dijo algo?

—Nada.—le restó importancia divertido por la hilarante situación.

—Como sea, tengo que volver a Grafton House pronto. Nos vemos otro día.

Adrien se despidió de Damien y partió iracundo de vuelta a su casa. No sabía exactamente el porqué, pero nunca le llegó a agradar del todo el primo de su amigo.

***
Adrien se encontraba en su carruaje a la mañana siguiente rumbo a la residencia de Allan para invitarlo a un evento “interesante” a sabiendas que su amigo jamás se negaría.

Sanando tus heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora