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Adrien y Henry avanzaron en busca de su amigo, pero Damien y una mujer se adelantaron.
Bleiston tomó a Allan por los hombros y lo empujó para que retrocediera apartándolo de los furiosos hombres que se habían ensañado con él.

Crystal aprovechando esta distracción tomó el brazo del magullado caballero y se lo llevó consigo mientras su compañero se entendía con el resto de hombres.

—No me digas que conoces a ese idiota, Damien.—soltó un furioso rubio mientras escupía un poco de sangre.

—Es un viejo conocido.

—¡No queremos volver a verlo por aquí, Bleiston!—se quejó otro incorporándose del suelo. Allan lo había empujado.—Puede ser tu "amiguito" o lo que sea, pero es desagradable. Nosotros no le hicimos nada y empezó a insultarnos.

—Lo sé. Me encargaré de él.—hizo una pausa.—No quiero más revueltas.

Damien se retiró.

Adrien y Henry lo siguieron en busca de Allan. Se habían mantenido al margen porque no sabía lo que estaba pasando, pero ahora planeaban tener una charla muy seria con su amigo.

—Menos mal que están por aquí.—comentó Damien cuando se percató de su presencia.—Esto tiene que parar, su amigo se ha vuelto loco.

—Así veo.—musitó Adrien aún sorprendido por la actitud de Allan.

—Si sigue así va hacer que lo maten.

Henry y Adrien le concedieron la razón antes de entrar a una pequeña habitación. La jóven se encontraba curando a Allan mientras éste yacía recostado en un pequeño diván.

—¡Auch!—se quejó el futuro heredero del ducado cuando Crystal presionó sobre sus heridas para limpiarlas.

—Quédese quieto, milord.

—¿Cómo está?—preguntó Damien a su compañera.

—Lo suficientemente bien para estarse quejando.—Crystal fulminó a Allan con la mirada.—¿Y los demás?

—Un poco golpeados.

—Ire a revisarlos más tarde.

Damien asintió.

—Por cierto un gusto volverlo a ver Lord Grafton.—comentó sarcástica Crystal al percatarse de la presencia de los dos caballeros.

Adrien sonrió de manera forzada antes de que Henry lo tomara del brazo apartándolo del resto.

—No sabía que conocías a una mujer tan atractiva, Grafton. ¿Una nueva amante?—preguntó el conde de Devonshire con una sonrisa pícara en el rostro.

—Es una “Iceberg”, así que ni siquiera la mires.—masculló Adrien por lo bajo.

—Oh, que mal.

Adrien y Henry volvieron a fijarse en su amigo al escuchar nuevamente sus quejidos. Allan tenía el labio partido y varios moretones en el rostro y parte de los brazos.

—¿En qué rayos estabas pensando, Allan?—objetó Grafton mirando fijamente a su amigo. El marqués de Ailsa se encogió de hombros con indiferencia.

—En nada, esos idiotas me estaban molestando y yo reaccione, eso fue todo.

—En realidad fue al revés ¿no Allan?—añadió Damien para rabia de su primo.

—No te metas en esto.—gruñó con desdén. La relación que tenía con  Bleiston era pésima.

—De cualquier forma Allan no puedes seguir así, peleándote en bares.—continuó Grafton indignado por la irreverencia de su amigo.—Esa mujer, Lady Russel o como se llame era una casquivana como cualquier otra, mejor que no te casaste con ella. Es más todas las mujeres son...

Sanando tus heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora