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El sol era extenuante en medio del improvisado campamento en el que el marqués de Grafton se encontraba. Después de varias semanas de búsqueda por fin habían capturado al traidor y lo estaban trasladando a una de las tiendas para el interrogatorio.

Adrien lo observaba mientras impartía órdenes a sus ayudantes. Se sentía exhausto. Apenas había tenido tiempo de enviar una que otra breve nota a su hermana, pero por lo demás no sabía nada de Londres.

Esperaba que la boda de Allan haya resultado bien y a su regreso poder disculparse adecuadamente por su ausencia. No entraría en detalles innecesarios, pero por lo menos pondría la cara frente a su amigo.

—Capitán.—uno de sus hombres se acercó a él.—Tiene correspondencia.

—Ahora no Smith estoy ocupado.—intentó despacharlo.

—Lo sé, pero dicen que es urgente. Viene desde Londres.

Adrien frunció el ceño y tomó rápidamente el sobre. Lo abrió en segundos y empezó a leerlo.

Adrien

Sé que estás ocupado y entiendo que en estos momentos mi mensaje te resulte impertinente, pero eres mi amigo y sentía que debía decírtelo.

Al fin se ha determinado la enfermedad de mi padre, cólera. El médico lo ha estado revisando constantemente durante las últimas semanas, pero su muerte es inevitable.

No le queda mucho tiempo y sé cuánto lo aprecias por eso es necesario que lo sepas. Espero que esta carta llegue lo más pronto posible a la India Británica, pero es probable que cuando la leas mi padre ya se haya ido.

Pronto seré el nuevo conde de Devonshire y no te imaginas cuánto pavor siento de solo pensarlo. No por mí, sino por mi madre, quien en estos momentos se encuentra hecha pedazos.

Soy un desastre para el dinero, Adrien, me conoces. Mientras tú siempre has logrado mantener la entereza y sacar a flote a tu hermana, yo no sé siquiera si sería capaz de hacer algo así. No quiero renunciar a mi estilo vida, pero tampoco deseo que mi familia termine en la ruina...

Adrien no continuó leyendo y rápidamente ordenó que le buscarán un barco para partir de inmediato a Londres. Él nunca sintió la perdida del viejo marqués porque él se perdió hace mucho tiempo, pero dejar ir a Francis Manners, un hombre que fue como un padre para él, no iba a ser fácil y entendía más que nadie el sufrimiento de su amigo.

—Hemos localizado un barco que parte en unas horas, capitán, pero no creo que sea prudente abandonar el campo de batalla de esa forma tan abrupta.—Smith lo miraba nervioso pasando su peso de una pierna a otra.

El marqués era consciente de eso, pero no le importaba. Su mente estaba perdida en un breve cálculo de las horas que le tomaría llegar.

—Este misterio ya está resuelto.—guardó la carta en  su levita.—Y necesito volver a Londres cuanto antes, no tengo tiempo. Avísales a los demás de mi decisión, adiós.

Adrien se montó en su caballo y partió con brevedad al puerto.

***
Londres

El ambiente era sombrío, el llanto ahogado se entremezclaba con los susurros a media voz de los asistentes.
Adrien estaba al lado de Henry, quien no dejaba de mirar como enterraban a su padre. Allan por su parte se encontraba al final de los invitados hundido en sus cavilaciones.

El nuevo conde y el marqués se dedicaron a intercambiar un par de anécdotas buscando aminorar la ansiedad que sentía Devonshire. Henry asumiría legalmente el título en una semana, pero la responsabilidad pesaba sobre sus hombros desde hace ya varios días. Era asfixiante.

Sanando tus heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora