Capítulo 2.

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Llegó a su casa y lo primero que hizo fué tirarse en la cama, quitarse las converse rotas y viejas y hacerse un moño.  Volvió a coger sus auriculares, puso la canción y empezó a leer. No se podía concentrar en el libro, Matt se le aparecía en mente siempre. ¿Por qué no se podía quitar ese chico de la cabeza? ¿Sentía cierta atracción por él?
Matt tampoco podía sacarse a Hayley de la cabeza, le parecía una chica rara, pero la más guapa que haya visto en su vida. Quería su número, su dirección... algo para poder hablar con ella, preguntarle por que se autolesionaba, quería ser su amigo.. tal vez su novio, quería ayudarla, que saliera de ese infierno.
Ese día ninguno de los dos pudo dormir. Hayley tenía miedo de que Matt le preguntara otra vez por los cortes, y Matt porque no sabía si preguntarle a esta todo lo que quería saber.
La ducha con agua fría lo ayudó a despertalo, se tomó un café con leche, cogió su mochila y se dirigió al instituto. Al contrario, Hayley ya estaba en el instituto, sentada en el suelo con la espalda apoyada en su taquilla, mirando hacia sus pies, pensativa, con los cascos puestos.
Matt entró por la puerta, aún era muy temprano y sólo estaban ellos dos en el instituto. La vió en el fondo del pasillo, allí sentada, sola. Se fué acercando y se sentó a su lado.
- ¿Que escuchas? - Preguntó Matt mientra jugaba con sus dedos.
- Una canción... -respondió Hayley. - Se llama Radioactive, de Imagine Dragons. Esta le colocó un auricular en la oreja a Matt.
Se quedaron un buen rato escuchandola. Hasta que Matt cogió el valor suficiente para preguntarle a Hayley sobre sus cortes.
- Oye... ¿Por qué te autolesionas?- Preguntó.
- Creo que eso es cosa mía, nunca me entenderías.
- Si te entendería, es más, te podría ayudar.
- ¿Que crees que entiendes esto? ¿Lo has buscado en Google?- responde Hayley, un poco nerviosa y alterada.
- Mi madre se autolesionaba, se acabó suicidando. - Respondió Matt con una voz muy bajita, con la cabeza agachada.
Hayley se quedó en shock, ¿le estaría mintiendo para quedar bien? ¿Será verdad?

 Se deja llevar por sus impulsos y le da un abrazo enorme a Matt. Este le corresponde, apoyó su cabeza en su hombro. Ella olía a vainilla, cosa que a Matt le volvía loco. El, en cambió olía a una mezcla entre manzana y canela, era agradable.
Al cabo de un rato, variedad de adolescentes empiezan a entrar por la puerta principal. Por lo que ellos se separaron y entraron en la clase. Se miraron tristemente, cruzaron juntos la clase hasta llegar a sus asientos. Algo los unía, pero no sabían lo que.
Los dos se quedaron en silencio hasta que los demás compañeros de clase entraron en ella, ninguno se atrevía a decir nada. Más tarde llegó el profesor, tocaba historia y Hayley se había olvidado de su libro. 
- Señor profesor, yo me olvidé mi libro. - Dijo levantando la mano.
El profesor la observó.
- Pues como hoy vamos a hacer ejercicios, ponte con Matt, que tiene libro.
Hayley hizo un gesto de afirmación con la cabeza, arrastró su mesa y su silla hasta la de Matt.  Durante la clase ninguno atendió la explicación, los dos miraban para el libro, pero cada uno pensaba en algo distinto. Matt cogió un lápiz y empezó a escribir en el libro, Hayley observó, era un número de teléfono, parecía el de Matt. Esta, al momento,  se lo apuntó en la mano. Matt le sonrió.
Pasaron horas, por fin acababa el día. Matt decidió acompañar a Hayley a su casa, así le contaría la historia de su madre. Pasaban al lado de un parque, en un banco al fondo había dos señores dándole de comer a las palomas. En unos columpios unos niños de unos 6 años agarrados de la mano.
- Aún no quiero llegar a mi casa, ¿nos sentamos en ese banco y me lo cuentas?- preguntó Hayley señalando un banco al que le daba sombra un cerezo.
Matt se va dirigiendo al banco, Hayley lo sigue. Cuando los dos estaban sentados, mirándose, Matt empezó a contar todo.
-Todo empezó cuando yo tenía 10 años, mi padre empezó a discutir mucho con mi madre y le pegaba, la tenía amenazada de que si decía algo la mataría. Yo no podía hacer nada para defenderla, mi padre siempre me encerraba en una habitación, donde escuchaba a mi madre llorar y gritar. Ella sólo podía liberar su dolor cortandose. Día si y día también veía sus cortes en sus brazos. Así 3 años. 13 años recién cumplidos, un día entré en casa después de ir a entrenar, encontré a mi madre en la cocina muerta, con las venas cortadas. Desde esas no volví a ver a mi padre, ahora vivo con mi tía. - A Matt se le caían las lágrimas al contarlo.
Hayley también se emoció por la forma que él lo contaba.
- Losiento mucho Matt... - lo abrazó.
Sus miradas entre lágrimas se cruzaron, se fueron acercando hasta sentir la respiración del uno al otro.



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