Capítulo 13.

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- ¿Te cuento un secreto? - susurró la pequeña debajo de las sábanas con una linterna en la mano apuntando hacia su cara.

- Si me lo cuentas ya no será un secreto. - respondió el niño con una sonrisa.

- ¡Pero quiero compartirlo contigo!

- ¿Y por qué?

- ¡Porque eres mi mejor amigo, tonto!

Los dos niños sonríen.

- Está bien, cuéntamelo.

- Me gustas. - La pequeña se sonroja y lo mira con sus ojos verdes.

- Hayley, somos muy pequeños para ser novios... pero... - el niño se pausa, se levanta, coge a Hayley de la mano y se arrodilla frente a ella.

- Hayley, de mayor, ¿quieres ser mi novia?

- ¡Pues claro!

Los dos niños se funden en un dulce abrazo, al rato, Hayley le da un beso en la mejilla.

Una niña rubia, con los ojos azules, muy blanca y infinitas pecas en la cara observa desde la puerta.

- ¡Hayley y Alan son novios! ¡Hayley y Alan son novios! - La pequeña corre por toda la casa repitiendo la misma frase.

Hayley corre detrás de su hermana, cuando la pilla le tapa la boca.

- Alicia, que no somos novios. Eso será en un futuro.

La pequeña de coletas rubias le da la mano a Alan, que está muy rojo por la situación.

- Hola cuñado.

Hayley se ríe y los abraza a los dos.

- Venga chicos, a dormir, que ya es tarde. - La madre de las dos niñas aparece detrás de la puerta de la cocina.

- Buenas noches Hayley, buenas noches cuñado.

Todos se ríen al unisono, pero la madre de Hayley no comprende porque se ríen, no le da mucha importancia.

Alicia entra en su habitación y cierra la puerta, la madre de las niñas le repite a los niños una y otra vez que se metan ya en sus camas que es tarde.

Los dos niños corren hacia la cama de Hayley entre sonrisas y se tapan rapidamente. La madre los sigue y le da un beso a cada uno en la frente, después apaga la luz y cierra la puerta.

Hayley vuelve a encender la luz y abre un cajón, saca un diente de un animal.

- ¿Que haces Hayley?

La pequeña abre la mano de su amigo y le da el diente.

- Te regalo este diente, para que siempre te acuerdes de mi.

- Gracias, ¿de qué animal es?

- Mi padre dice que seguramente de un lobo que lo perdió en alguna pelea. Lo encontré en el bosque al lado de la casa de mi abuela.

- Es muy bonito, le diré a mi padre que me haga un colgante con él.

Los dos niños sonríen y se meten en la cama y se duermen mientras cuentan aventuras que les gustaría hacer.

Hayley se despierta sin su mejor amigo al lado. Se levanta rápidamente y corre hacia la cocina, esperando que Alan estuviera allí, desayunando. Cuando llega solo ve a su madre con los ojos rojos de llorar y una taza de café en la mano.

- Mamá, ¿dónde está Alan?

La madre deja la taza de café sobre la encimera y se agacha frente a su hija.

- Verás cariño, ayer la madre de Alan, cuando venía de trabajar tuvo un accidente y se murió. El padre se quiere mudar con Alan a otra ciudad que no le recuerde tanto a ella.

- ¿Alan se va para siempre? - Pregunta la niña entre sollozos.

- Si cariño, lo siento muchísimo.

La madre abraza a la niña y las dos lloran. La madre por la pérdida de su mejor amiga y Hayley por Alan, que no lo volvería a ver y ya no podrían ser novios de mayores.

Alicia aparece por la puerta de la cocina frotandose los ojos.

- Mamá, ¿que pasó?

Hayley se queda mirando al hombre vestido de oso panda un buen rato.

- Mi amigo tarda bastante, lo voy a ir a buscar.

Hayley entra en la cafetería y ve que Eric discute con una joven morena, ojos verdes, parecida a ella. Podría ser su ex-novia. Hayley sale otra vez a la terraza y se vuelve a sentar donde él chico vestido de oso panda.

- ¿Me vas a decir ya quien eres?

El chico se ríe y le acaricia la cara.

- Estás igual que siempre.

Hayley ya se empezaba a desesperar.

- Quítate el disfraz, por favor.

- Aquí no puedo quitarmelo, te llevo a mi casa.

- No me pienso ir a casa de ningún desconocido.

- No soy un desconocido, te lo prometo.

- Que no voy a ir a tu casa.

- Tengo una idea, nos metemos en el almacén y ahí ya me saco el disfraz.

- Vale... en todo caso si me haces algo podré gritar.

Este se ríe y coge a Hayley de la mano. Entran en la cafetería y Hayley ve que Eric sigue discutiendo con la chica.

El chico deja pasar a Hayley antes y cierra la puerta.

- ¿Preparada?

Hayley asiente con la cabeza.

El joven se quita la cabeza que está unida a la parte de arriba del disfraz. Hace un movimiento con el flequillo y le sonríe.

Sus abdominales están lo suficiente marcados, Hayley también se fija en el peculiar collar que lleva de un diente de animal. Los ojos parecían que tenía al mismisimo infierno dentro, eran preciosos. Hayley conocía esos ojos, se acordaba de algo, pero no sabía de quien podían ser. También conocía esa sonrisa perfecta que hacía brillar el chico.

- ¿Me reconoces? - Dijo el chico sin parar de sonreír.

- La verdad es que no...

El chico se acerca a ella y se quita el collar, le abre la mano y se lo da.

- Me lo regalaste tú, me lo diste para que siempre me acordara de ti. Lo llevo desde los cinco años, nunca me lo he quitado.

Hayley recuerda todo, ahora todo tiene sentido, ya sabe a quién pertenecen esos ojos y esa sonrisa.

- ¡Alan! - La chica lo abraza muy fuerte, el chico la abraza agarrandola por la cadera. Le gusta su agradable olor a piruleta, ese que siempre llevaba aquella inocente niña.

- Veo que ni cambiaste de perfume.

Los dos sonríen.

- Pensé que no te iba a volver a ver.

- Yo lo menos que me imaginaba era que hoy, aparecieras tú aquí.

Los dos se miran y se vuelven a abrazar.

- Te he extrañado mucho pequeña, no sabes cuanto.

ButterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora