VI

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-¡𝕭𝖗𝖚𝖏𝖆!-

-¡𝕭𝖗𝖚𝖏𝖆!-

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Muchísimo tiempo atrás, antes de que sucediera lo del palacio blanco y negro, existían cuatro reinos.

Estos cuatro reinos representaban los cuatro elementos, juntos mantenían el equilibrio cósmico. Pero algo ocasionó que los cuatro reinos entrarán en guerras durante un largo tiempo.

Durante todo este tiempo las personas rogaban cada noche a sus dioses que los ayudaran, lastimosamente estos jamás escucharon sus plegarias, hasta que por fin, años más tarde, una diosa la más hermosa de todas, conocida por su sencillez y calidez se apiado de sus almas.

Decidió mandar a la tierra dos seres fantásticos; que se disfrazan de humanos para no ser reconocidos por los dioses, estos se encargaron de volver a intentar restablecer el orden cada vez que la humanidad lo necesita, lo juro con su sangre por lo que el pacto es increbrantable.

Pero lamentablemente los demás dioses se enteraron y la furia creció en ellos, los había traicionado ellos no habían interferido porque fue culpa de ellos, los humanos tenían que aprender a soportar sus consecuencias.

Así que la desterraron del mundo espiritual:

"Estar en cada momento que la humanidad esté en peligro sufriendo hombro con hombro".

Esa fue su condena por tener un corazón tan noble.

Pero algo que los dioses jamás sabrán es que había un tercero, algo que provocó todo esto en los humanos y ella lo descubrió, tristemente años más tarde se dieron cuenta de lo que sucedía pero fue demasiado tarde.

Esto demuestra que ningún ser está absuelto de cometer errores, por más divino y poderoso que sea.

-fragmento del libro Rin del siglo IX-

🔸🔶🔸

-Así que, por accidente, olvidaste que esos chicos estaban contigo en el gran salón?-dijo un joven alto pelinegro con un tono de voz lento y sin subir de tono, con una mirada fría. Mirándola fijamente, como si la analizará con dos guardias a sus espaldas.

-Si, lo lamento-susurro una chica pelinegra, apenada con la mirada baja, que no se atrevía a verlo a los ojos.

-ya veo-dijo mientras seguía sentado en su silla de cuero y veía a la chica fijamente. Hasta que frunció al señor y tronó los dedos.

Entonces los dos guardias se acercaron y cada uno la tomó de un respectivo brazo.

-Sueltenme-susurro aterrorizada-¡señor haga algo!-gritó desesperada la joven con los ojos abiertos en grande.

El "dueño" del lugar hizo contacto con los ojos de la joven, sus ojos del dueño cambiaron de color, su pupila se volvió negra, mientras que las de la chica se volvieron blancos, sin energía.

Un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora