I want you [Billy Hargrove - Fanfic ST]

CAPÍTULO 11

[Editado]

—¿C-cómo que tu padre? 

Seguía observando sus múltiples heridas, aún sabiendo que él no apartaba su mirada de mis ojos.

—Él... ha... —no logró acabar la frase, y tampoco hizo falta para que comprendiera lo que quería decirme.

—¿Lo ha hecho más veces? —clavé mis ojos prácticamente rojos por la impotencia en los suyos aterrorizados.

Él se limitó a asentir con la cabeza.

Cerré los párpados con fuerza al pensar en todas las veces que había pasado por lo mismo, todas las veces que Billy aparecía con golpes, supuestamente de peleas callejeras... Cuando eran fruto de las sucias manos de su padre. Y ni siquiera me había dignado a percatarme.

Fue moverme dos pasos cuando Billy me detuvo inmediatamente al darse cuenta de lo que pretendía.

—Billy...

—No harás nada, no dirás nada y te mantendrás al margen, ¿me oyes? —su tono concluyó en uno más firme que de costumbre.

—No voy a dejar que te siga haciendo esto...

—No harás nada —repitió firmemente, posicionándose frente a mí de nuevo.

—¿Por qué? —espeté con impotencia.

—No le conoces. Lo último que haré será dejar que te entregues directamente a él.

—¿Y piensas pagar tú por todo?

—No hay otra opción...

—Sí que la hay. ¿Y Max? ¿Y su madre?

—A mi hermana la mantienen al margen, como si fuera una tonta. Y su madre se lo hace porque sino tendría que soportar lo mismo que yo.

—E-esto no... —me pasé las manos por mi cara, totalmente frustrada.

—Por favor... No te metas —suplicó cogiendo mis manos para que le mirara.

—No puedo prometerte nada.

Fui al baño a por utensilios médicos, algo para curarle todas esas cicatrices sangrientas. De paso cerré con pestillo la puerta de la habitación, por si acaso. Al volver, él ya estaba sentado en la cama. Me puse a su lado dejando los medicamentos detrás nuestro, y decidí empezar por curarle las heridas de la cara.

—Ya es la segunda vez que me curas...  —dijo lanzándome una mirada nostálgica, recordando aquella vez que le curé en los vestuarios tras la pelea con el vaquero.

—Tampoco será la última... 

Igual había sonado demasiado dura, pero no podía disipar la ira que sentía en ese momento. Y lo empeoraba la preocupación por el chico que tenía ante mi.

—Eh... —su voz sonaba rasposa.

Alzó una de sus manos para trazar el camino desde mi barbilla hasta mi mandíbula con su pulgar, consiguiendo divagar un poco la tensión ante tal simple tacto. Cerré los ojos unos segundos, tan solo sintiendo su calidez.

Y continué curándole.

Después de un rato donde ya había acabado de curarle las heridas del rostro y terminaba de limpiar las marcas, apartó mi mano levemente y me besó de forma suave, consiguiendo transmitir todo el dolor que llevaba dentro desde hace tiempo.

Al separarse, abrí los ojos y nos quedamos mirando fijamente, sin necesidad de mediar palabra. Entonces volvió a besarme, esta vez con más intensidad. Su mano izquierda se posó entre mi mandíbula y cuello, a la vez que su mano derecha sujetaba mi cintura con fuerza.