I want you [Billy Hargrove - Fanfic ST]

CAPÍTULO 12

[Editado]

BILLY

No pensaba volver a casa, al menos no ese día. Pero de alguna forma Max tenía que ir al colegio. Así que me esperé un par de calles más abajo, por donde pasaría mi hermana si fuera a pie. Al cabo de un rato la vi bajando por la acera, y al ver el coche aceleró el paso mientras yo tiraba mi cigarro por la ventana y desbloqueaba las puertas.

—¿Qué pasó anoche? —me preguntó nada más entrar en el asiento de copiloto.

—Tú qué crees... —le señalé con flojera mi cara mientras miraba las heridas desde el retrovisor.

—Pero, ¿por qué lo hizo?

—Porque es un viejo desquiciado —arranqué el coche marchando a toda velocidad.

—No sabía que eran tan bestias...  —murmuró antes de volver su vista al frente.

—Porque no es cosa tuya.

Ella frunció el ceño. 

—Pero, Billy...

—No lo es. Tú también te mantendrás al margen ¿me oyes? Y no le dirás nada a ninguno de los dos.

—Porque tu lo digas...

—¡Eh! Hazme caso, no harás nada —le ordené girándome para mirarla —. No voy a dejar que mi hermana de trece años se lleve una por mi culpa.

—Tengo catorce... —escuché que susurraba cruzándose de brazos.

—Max —le avisé aparcando el coche junto al instituto.

—Deberías saber ya que nunca te hago caso en nada —soltó saliendo del coche.

—¡Max! —salí a su vez, pero ya se había ido cuesta abajo en su skate —. Joder, Maxine...

Me apoyé en el coche, escondiendo la cabeza entre mis brazos y guardando las ganas de meterle una patada a la rueda.

—¡Vaya! Parece que tu hermanita no te hace caso, ¿eh, Hargrove?

Levanté la cabeza para ver a Tommy mirando por donde se había ido Max con esa estúpida sonrisa en la cara. 

—No te metas, Tommy —musité apretando la mandíbula.

—¿Qué? ¿La pequeña Wheeler también es así de rebelde? —me intentó dar una palmada en el hombro, pero le paré la mano antes de que pudiera tocarme —. Eh, eh, ¡tranquilo tío!

Le cogí del cuello de la camisa, acercándome a él bruscamente. 

—Metete los comentarios por el culo y piérdete un rato —le solté con fuerza antes de encaminarme hacia la entrada, provocando que se tambaleara.

BONNIE

—Mike, vamos —cuando acabé de desayunar le indiqué a mi hermano que saliéramos a por las bicis. Ya sabía conducir, pero me faltaba lo esencial para ello: un coche.

—¿Y qué tal las clases de ayer? —me preguntó tras aclararse la garganta mientras salíamos de casa.

—¿Qué clases? —fruncí el ceño sacando mi bici.

—Las nocturnas de lengua, ¿o eran de anatomía humana? 

Me quedé congelada en medio de la calle mientras analizaba lo que acababa de soltarme.

—¿A q-qué te refieres?

—Oh, ya sabes, tus clases con el señor Hargrove.

—¿Co-como has...? Quiero decir, ¿cómo...?