Debajo del Mar <<RusMex>>

Hadas y... Un futuro pasado.

Incluso nadar se hacía cada vez más difícil para México, por alguna razón, su rendimiento estaba bajando muy rápido.

—Hey México... ¿Estás bien?— pregunto Rusia llegando al lado de su amado, USA se detuvo a esperarlos, pues él era quien más adelante se encontraba, por si habían amenazas.

Los únicos que pueden salvar esto son ellos.

—S-Si.. solo necesito des... Cansar...— cayó directo a los brazos de su pareja, quien sin esfuerzo alguno, lo sostuvo, lo cargo de forma nupcial y siguieron avanzando.

—¿México está bien? ¿Le sucede algo? ¿Es mortal? ¿Puedo ayudar?—

—Me ayudarías si hablaras un poco más lento, aún no entiendo por completo el español...— dijo un tanto avergonzado el otro, el estadounidense solo asintió.

—Debido a la liberación de sus poderes de forma repentina... Su alma se debilitó, es algo temporal, de seguro y mañana se encontrará mejor...— explicó, el latino dormía apaciblemente en el pecho del ruso, una sonrisa se dibujó en los labios del eslavo sin darse cuenta, cosa que provocó una risa en USA.

—¿Q-que sucede?— pregunto con sus mejillas rojas.

—De verdad lo amas... ¿No es así?— pregunto aún sabiendo su respuesta, estaba algo triste por su amigo, pues en algún modo, el hecho de separarse era notorio.

Pues USA lo amaba como si un hermano de sangre fuera.

Y el que tuviera novio... Significaba que sus salidas a escondidas serían menos y tal vez hablarían cada vez más poco.

De verdad extrañaría proteger a México.

Pero ahora tenía a alguien más fuerte de su lado.

—Rusia... Por favor, cuídalo bien...— le comento a lo que el euroasiático así tío rápidamente.
—Si algún día llego a hacerle daño, tienes el derecho a matarme...— y así, una promesa fue creada.

Siguieron nadando por varias horas, hasta que Rusia hablo.

—Es aquí...— un denso bosque se alzaba orgulloso en las islas japonesas, fueron a la isla más cercana y se transformaron en humanos de nuevo.

—¡Hola hola!— escucharon una voz chillona a su lado, giraron varias veces su cabeza intentando encontrar a la dueña de esa voz.
—¡Aquí abajo!— y, casi del tamaño de su mano, Japón se encontraba con unas hermosas alas cristalinas.

—¿¡De verdad existen!?— exclamó el estadounidense con un notorio gesto sorprendido.
—¿Pues que no me vez o que?— le contesto la chica inflando sus cachetes.

—Que bueno que no has perdido tu carácter... Necesitamos tu-

—Ayuda, ya se, ya se, tanto URSS como Third Reich son una amenaza y más cuando tienen a un sanguinario junto con ellos... Antes que nada, hay que llevar a reposar a México, sus poderes han de tenerlo cansado al pobre... ¡Vamos, vamos!— hablo, dejo con la boca abierta al norteamericano quien rápidamente pregunto:

—¿Como sabes todo eso?—

—Por si lo olvidaste querido, mi poder es ver el futuro...— respondió tranquilamente.