Papá

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Rusia miró sus manos, de la nada sintió un cambio repentino, aquella parte de su cuerpo emanaba una luz blanca con destellos dorados, eso solo podía significar una cosa.

México había cambiado papeles.

No duró mucho cuando su cuerpo regreso a la normalidad, esa oscuridad que tanto lo caracteriza había vuelto.

Mhmmm...— tomo el cuerpo muerto del Nazi, comenzando a caminar hacia la energía que sentía por ahí.
¿Japón? ¿Que haces?— le pregunto a la nipona, viendo como tenía su cuerpo algo mojado.
Regrese por esto, dáselo a México, seguramente le sacara una sonrisa.—  con una sonrisa, dejo en las grandes manos del ruso dos extrañas gemas, una roja y otra gris.

¿Que son?— las miró de cerca.

Ya lo verás... Por cierto, después de que URSS muriera, el hechizo de Azteca se disipó, no ha atacado a nadie desde entonces...— apunto a la civilización, la cual estaba de pie con un águila en su brazo, la acariciaba con aprecio, teniendo una mirada triste.

Lo primero que dijo fue: ¿Cómo está mi hijo?— la japonesa soltó un suspiro, acomodando su cabellera negra, volviendo a su forma de hada.
Si necesitan algo, no duden en contactarme....— le guiño el ojo, volando hasta que la mayoría de su gente comenzó a seguirla.

Y si, tengo teléfono.—

Rusia soltó una risita. —Nos vemos,  Japón.— agitó su mano en una señal de despedida, quedando solo el eslavo junto con el prehispánico.

Lo miro un momento, caminando hacia él de manera decidida.

Hey, em, hola...— saludo de manera amistosa al contrario, sin cambiar su faceta seria.
Hola...— este respondió con un tono bajo, como si de alguna manera quisiera pasar desapercibido.

El atardecer se ve muy hermoso... ¿No crees?— ambos miraron aquella puesta de sol, los colores tan vividos que antes solamente podían imaginar.
Antes me gustaba verlos junto con mi esposa... Y mi hijo...— el águila agitó sus hermosas alas, colocándose en el hombro de Azteca.

¿Irás a hablar con el?—

—Intenté matarlo, ¿Cómo crees que tomara el hecho de simplemente ir con el y decirla hola? No creo que quería verme...— soltó un suspiro, los destellos de color rosa, naranja y algo de rojo, pronto, el suave manto de la noche los cubriría.

Si, apuesto a que no.— Rusia le dedicó una sonrisa burlesca.
Tal vez deberías comenzar por un lo siento, puede que no se mate por eso.— le di una suave palmada en su hombro.
Ugh, tienes el mismo maldito temperamento que tu padre...— este rodó sus ojos, riendo un poco.
Pero tienes razón, tan siquiera... Cómo padre, debería de decir lo lamento... Por todo lo que hice...—

—¿Uh? ¿Todo lo que hiciste?—

—Él nunca estuvo de acuerdo con los sacrificios, eran nuestra gente, nunca le gustó pelear, era muy tranquilo y siempre lloraba...— vaya que había cambiado el mexicano.
Pero aún así... Lo amaba... Lo amaba muchísimo, sabía que pronto yo moriría, que lo dejaría solo y a merced de este mundo... Pero prefiero morir que ver cómo lo entierran...— una suave brisa golpeó sus rostros, las estrellas comenzaban a asomarse.

Intentaste matarlo.— el ruso uso un tono sarcástico, estaba algo enojado por eso, pero no podía culparlo, en si, no era él quien peleaba, eran las órdenes de URSS.
No me hables así.— dijo. —¿Tú crees que mataría a mi heredero solo porque si? No soy tu padre niño.— ambos soltaron una risita.

Tienes razón.—

La suave luz de la luna los cubrió, el mexicano llego unos momentos después, mirando con sorpresa a su padre, sin dudarlo, lo primero que hizo, fue lanzarse a sus brazos, diciendo unas simples palabras...

<<Te extrañe, papá...>>

Debajo del Mar &lt;&lt;RusMex&gt;&gt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora