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DOLOR DE CABEZA





-¡Joel diviértete! ¡Esto es una fiesta!-

-Yo no quería venir Erick, tú me obligaste, de lo contrario...-

-De lo contrario estarías formando parte de las estadísticas de jóvenes asociales-

-No, estaría leyendo un buen libro-

-¿Un sábado por la noche? ¿En vez de ir a una fiesta? De verdad eres muy raro-

-Déjame ser raro en paz, así que me voy- Joel se levantó de su sitio dispuesto a salir caminando de aquella casa pero el brazo de Erick le detuvo.

-Espera, que baje el chico del cumpleaños y nos vamos, tampoco me muero por estar aquí-

Joel rodó los ojos y volvió a su sitio, se sentía aburrido y fuera de lugar, había muchas personas que siempre se detenían a mirarlo y eso le ponía nervioso, demasiado nervioso.

-Espérame aquí, acabo de ver a alguien, voy a saludarlo y vuelvo- le dijo Erick levantándose y caminando sin esperar una respuesta de Joel.

Joel le vio perderse entre la multitud y esperó, pero los segundos iban pasando, y así los minutos pero Erick no regresaba.

Se levantó para dirigirse a la barra y así pedirse algo para tomar mientras Erick o el de la fiesta se dignaran en aparecer y así podría irse.

-Si yo te invito una- escucho una voz a su lado, volteo y pudo ver a un chico de cabello castaño y, por decirlo de alguna forma, encantadora sonrisa.

-Creo que puedo escoger solo, gracias- Joel lo ignoró dispuesto a pedir algo pero no tuvo éxito.

-¿Por qué tan serio?- volvió a interrumpirle el chico -Soy Chris por cierto-

-Es un gusto- dijo Joel con sarcasmo.

-¿De verdad?-

-no- le respondió cortante -ya no quiero nada, me duele la cabeza-

Joel se alejó rápidamente antes de que el otro chico pudiera responderle.

Pero ese era el día de su mala suerte. Aquel chico ya se encontraba siguiéndole con una extraña bebida de color celeste.

-Te traje esto- Chris le extendió el vaso pero Joel lo rechazó.

-Me dijeron que no acepte bebidas sospechosas de extraños- te dije mi nombre, no creo ser un extraño.

-Para mí lo eres, además eso que traes no me gusta- Joel volteó la mirada rechazándolo.

Chris se levantó y volvió a la barra dispuesto a atraer alguna otra bebida, Joel aprovechó eso y también se fue para así ya no encontrarse con Chris.

Estar encerrado en la sala estaba comenzando a asfixiarlo, ya que estaba para nada seguro de que Erick volvería, salir era un buena opción.

El jardín era grande pero lo que le sorprendió fue ver la piscina que estaba allí.

Caminó por el borde de la piscina viendo a los que estaban allí gasta que escuchó una conocida voz a sus espaldas.

-¡Hey tu! El de la bandana-

Joel rodó los ojos y soltó un suspiro cansado, odiaba que siempre tuviera que encontrar al loquito obsesionado en todas las fiestas a las que iba.

-Te traje esto- Chris le extendió el vaso con una sonrisa.

Joel también le sonrió, había encontrado una forma de deshacerse de Chris, pero también por lo que Chris sostenía, era una piña colada y no tenía la culpa de nada.

Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora